La vida política es muy compleja y difícil de llevar, de tal manera que si resulta muy arduo llegar a la cúspide no más sencillo y fácil es abandonar el cargo. Felipe González comparó a los expresidentes del gobierno con los jarrones chinos pero la realidad es que algunos no se resignan, cosa que puede extenderse a cualquier expresidente de cualquier cometido. Puesto que muchos de ellos han procurado designar al sucesor pretenden mantener una especie de tutela sobre él y no cejan en convertirse en asesores áulicos, unas veces en la sombra y otras en público, de manera que dan lugar a más problemas de los que ayudan a resolver.

Cuentan de un famoso entrenador que al decirle uno de sus jugadores que le habían dado el balón de oro le contestó: «A mí me lo dieron tres veces», lo que en nuestro caso puede traducirse como: «Yo hubiera hecho otra cosa» y «Conmigo no hubiera pasado esto» (con Franco, dicen aún algunos, tampoco), para lo que se ven azuzados por una cohorte de nostálgicos agradecidos. No cabe duda de que la experiencia en un puesto tan alto les proporciona una visión de las cosas mucho más completa que al resto de los mortales y por lo tanto deberían ser escuchados con atención, cosa que quizás ellos no hicieron, pero al no estar institucionalizada esta tarea queda a la voluntad del actual mandatario el ser consultado, si bien como militante del partido que sigue siendo tiene derecho a manifestarse hasta donde le permita la prudencia.

Los ciudadanos estamos dispuestos a agradecer sus logros e incluso a perdonar sus errores, que aunque ellos no lo crean los cometieron, pero esperamos más de ellos puesto que seguimos contribuyendo a su bienestar con un sueldo, unos guarda espaldas, y otras bagatelas de manera que además, o en lugar de, procurarse sabrosos dividendos con conferencias, tertulias y asesorías deberían colaborar graciosamente con algunas de las organizaciones de la sociedad civil en la que sus conocimiento e influencias serían muy bien recibidos.