Con 28 años, el músico Joaquín de la Montaña mantiene la misma mirada de humildad y el mismo saxo con el que dio sus primeros pasos en los garitos de la noche cacereña. Su familia sigue viviendo en San Blas, pero su vida cambió hace tres años cuando decidió marcharse a San Sebastián para formarse en el Centro Superior de Música del País Vasco en lo que más le gusta: el jazz.

La aventura ya ha dado sus primeros frutos y, junto a otros cuatro compañeros de la escuela, Joaquín ha fundado la banda Five Hot Project, incluida en la programación paralela del festival de jazz que se celebra en la ciudad donostiarra, una de las citas musicales de referencia durante el verano. "Para nosotros es un escaparate", explica ilusionado tras haber pasado una criba de más de 50 grupos y formar parte de los quince elegidos.

Junto al sevillano Nacho Megina (batería), el burgalés Rubén Salvador (trompeta), el bilbaíno Johnathan Hurtado (piano) y el salmantino Javier Mayor (contrabajista), tienen previsto ofrecer un concierto con el 90% de temas propios. Para septiembre, el jazzman cacereño prepara su primera grabación con el grupo que llevará su nombre. Pero ahora espera San Sebastián y la música en la calle. "Los escenarios están repartidos por la ciudad y en la programación oficial están los mejores", destaca.

Estos cinco amigos, como le gusta decir a Joaquín de la banda, se divierten en el escenario y disfrutan también de otros placeres de la vida. "Nos gusta comer juntos. Cada vez que vamos a tocar es una reunión. Tocamos música que hacemos nosotros", añade para definir la apuesta por el jazz "calentito y que no sea difícil de escuchar".

La posibilidad de tocar en San Sebastián, afirma, "es un reconocimiento personal a mi trabajo y el mejor premio que he recibido hasta ahora". De la Montaña cambió sus estudios de música clásica en Cáceres por los de jazz en Donostia. Ahora vive en Granada, donde completa su formación en el conservatorio superior.

Fiel a sus raíces

Inquieto e inconformista, el saxofonista dice que ha aprendido mucho desde que se marchó, aunque no olvida sus raíces cacereñas con clásicos de la movida musical como Mario Pulido o Moi . "Ellos y otros fueron mis maestros y no me puedo olvidar de ellos. Te reconocen como tu hijo y se alegran cuando ven que vienes con esos frutos", asegura.

Pero su diagnóstico de la situación de los músicos y sus dificultades para tocar en directo es muy crítica: "Me parece vergonzoso que algo así pase en una ciudad que aspira a la capitalidad cultural europea del 2016". El saxofonista, que sigue haciendo bolos donde le llaman, pone de ejemplo a otras ciudades: "En Salamanca hay unos pedazos de conciertos en la calle y, además, gratis. En Cáceres se puede y no se quiere. Le falta vida en la calle y eso tiene que cambiar".

A Joaquín le esperan en la playa de la Concha para hacer buen jazz y cumplir en el futuro el sueño de ser profesor. "Todavía necesito alimentarme mucho para enseñar. Es algo que he aprendido de mi padre". En San Sebastián tiene la oportunidad de demostrar lo mucho que ya sabe.