NACIO EN CACERES HACE 32 AÑOS

TRAYECTORIA AUNQUE SIEMPRE SE HABIA DEDICADO AL SECTOR DE LA CHARCUTERIA, HACE DOS AÑOS DECIDIO CAMBIAR DE AIRES Y ABRIR LA FRUTERIA LA HUERTA EN LA CALLE SANCHEZ MANZANO

Colgó el mandil de charcutero y se pasó a la fruta. Jesús Estévez abrió hace dos años la frutería La Huerta --trabaja junto a su mujer y su hermana--, donde además de encontrar las verduras, hortalizas y frutas tradicionales, el cliente pueden comprarse variedades de medio mundo: guayaba de Brasil, pitahaya de Colombia y Guatemala, o nashi de China son sólo algunas de las ofertas.

--¿Cuáles son las frutas más extrañas que se pueden encontrar en sus estantes?

--Hay muchas. El mamey, que tiene un hueso grande en el centro, y su sabor se parece al del membrillo, está riquísimo. También el chupa-chupa, una fruta tropical; o el rambután, de Malasia. Yo me atrevo a vender frutas de todo el mundo.

--¿Los cacereños se atreven a probar nuevos sabores?

--Sí se atreven, lo que pasa es que hay algunas que no gustan y no te las piden más. Tengo muchos clientes inmigrantes que les encantan esas frutas, pero no siempre las consumen porque cuando llegan aquí vale una barbaridad, la pitaya, por ejemplo, cuesta siete euros el kilo.

--¿Su precio frena que muchos clientes se decidan a comprar el producto?

--Un poco, esta semana han venido más baratas, pero otras veces los precios suben mucho porque se tienen que traer en avión y desde muy lejos. A lo mejor, en la época que no hay sandías, las traigo de fin del mundo (se ríe).

--¿Alguna receta?

--El jugo del tamarindo está muy bueno, se hace zumo y se bebe. También el de la granadina, que mezclado con agua está rico.