Vio chavales en las esquinas que querían ver más allá de aquellas cortinas y entonces creó un templo resonante como una concha marina en el que la calma y la cerveza salvaron nuestras vidas cuando Cáceres era la cuna de la modernidad y de la magia y la voz del escritor argentino Roberto Fontanarrosa se convertía cada noche en cátedra: "A mí no me va eso del nirvana o los jardines con minas tocando la flauta. A los dos días ya te querés cortar las pelotas. Al cielo le pondría canchitas y un par de bares, porque en el bar estás en tu casa y a la vez estás balconeando la calle".

En las paredes de esta casa de la calle Nidos cuelgan recuerdos de lo que fue un icono, el bar que ocupó portadas de periódicos de Francia y de Inglaterra y por el que pasaron miles de universitarios venidos de cientos de rincones del mundo. No hace falta añadir más adornos literarios a esta entrevista porque la voz de Jesús Sansón lo llena todo. Como diría la cantante inglesa de pop Natasha Bedingfield: "Ahora que te has ido y has abierto un bar, nada que yo escriba es lo suficientemente bueno".

--Hable de su niñez...

--Como toda la de los niños de mi infancia: jugar a las chapas en la plaza y a la billorda... A los 14 años tuve que empezar a trabajar porque había que aportar en casa y no estaba la cosa muy boyante.

--¿Cómo era Cáceres entonces?

--Más pequeño, nos conocíamos todos de todas las barriadas y ha cambiado mucho; para bien.

--Hable de la escuela...

--Iba al Madruelo y allí recuerdo a don Lorenzo, que nos ponía en formación a cantar el Cara al Sol antes de entrar en clase. En el recreo nos daban leche en polvo y queso americano que, por supuesto, nos venía estupendamente. En contadas ocasiones nos decían que nos llevaban de excursión y la excursión era a la huerta de los Periquenes.

--Describa a su padre...

--Era carpintero y trabajaba por su cuenta, por la cuenta que le tenía (risas) y hacía rodilleros y paneras para las lavanderas de Cáceres, que luego mi hermano José Luis y yo vendíamos en el mercado de abastos del Foro de los Balbos. Fue un padre de familia numerosa, numerosa, pero muy numerosa...

--¿Como cuánto de numerosa?

--Tan numerosa como que llegaron a tener 18 hijos.

--Casi ná...

--Casi ná. Es que no había televisión entonces y había que entretenerse en algo (risas). Obtuvieron dos premios a la natalidad del Instituto Nacional de Previsión. Le dieron una medalla que tenía el escudo de España por una cara y por la otra una mujer que sujetaba en sus brazos a un porrón de niños. También le regalaron 15.000 pesetas de las de entonces y con ese dinero mis padres pusieron la luz a 220 porque la tenían a 125; y nos compraron ropa, hasta que se acabó el dinero. Luego ya vino otro nacimiento, el del hijo 18, y le dieron otra medalla y otras 15.000 pesetas. Y otra vez: ropa nueva, compró unas cabras, unos borregos, una vaca... y a vivir.

--Hable de su madre...

--De joven estuvo en Guadalupe porque fue novicia (anda que si luego llega a ser monja con 18 hijos que tuvo). (Nuevas risas). Luchadora, buena, noble, sensata.

--Usted fue a la mili...

--Por supuesto. Regulares 5, de Melilla; no se me olvida. Hice el campamento en Almería, en el Alvarez de Sotomayor de Viator. Ibamos a Pechina. Más tarde me llevaron a Melilla y como les dije que era hostelero me pusieron en el bar de Oficiales y allí estuve muy bien. Luego estuve en Alhucemas, también en el bar de Oficiales. Y pues eso, Melilla para arriba, Melilla para abajo y deseando venir a la Península.

--Usted es una leyenda viva...

--He hecho lo que he podido.

--¿Qué es el botellón?

--Los muchachos no podían entrar en los bares porque tenían que ajustar el bolsillo. Se juntaban, ponían un fondo y luego compraban la bebida. Y por eso organicé las fiestas de la cerveza cuando empezaba el curso universitario, porque veía que los estudiantes iban muy justos. Y pensé, ¿cómo puedo solucionar esto? Y creé el Sansón de Cerveza, que me vino muy bien. Un recipiente grande, una jarrita de litro y cuarto. Hacía ofertas. Fue un boom.

--Usted fue portada de periódicos extranjeros...

--En periódicos ingleses y franceses.

--¿Quién es Belén Esteban?

--Aparece y apago la televisión.

--¿Qué serie de televisión ve?

--Con arreglo a mi edad, los documentales de La 2.

--Felipe VI ha disuelto las Cortes por primera vez en Democracia...

--Es una primicia, una novedad.

--¿Y usted va a votar?

--Sí. Como todos.

--Como todos no. Dicen que va a

haber mucha abstención...

--No sé si habrá o no abstención, lo que tengo claro es que los gastos de las elecciones deben ser más austeros. Ya se ha hecho bastante campaña de publicidad política y la gente está cansada.

--Amancio Ortega se embolsa 554 millones por el reparto de dividendo de Inditex...

--Sí. Y hay gente en la India que trabaja por céntimos.

--Hay una frase con mucha gracia que dice: "Deja de poner tus problemas en Facebook y ven al bar, como todo el mundo..."

--El bar es la gran red social, el lugar donde puedes encontrarte con tus amigos. El bar es cultura.

--Con usted se ligaba en los bares, después, con la Ley Antitabaco, se ligaba en la puerta de los bares...

--Sí. Con un poco más de frío, claro.

--Todo comenzó en la barra de aquel bar...

--Tenía ilusión por tener un bar, por independizarme. Y así abrí, por mi cuenta y riesgo, el Extremeño, con la ayuda de María, mi mujer, por supuesto, que siempre es la que ha apoyado todas mis decisiones.

--En aquel bar que también vivió la Transición...

--Así es. En el bar estaban los de derechas, los de izquierdas, los carlistas, los mediopensionistas... Venía Jesús Alviz, que era un escritor maravilloso y que tenía una gracia insuperable. Alviz entraba en la cocina y cuando venía de Italia le decía a María: "Mira María, las tetas de Miguel Angel se ven como dos hostias consagradas". Era único. Por eso pienso que el Extremeño fue también testigo de la historia de España. Cuando murió Franco, la gente joven quería música, quería cantar y decir: ¡Mira tío, dentro de unos años os daréis cuenta de lo que ha pasado!". Vivimos la llegada de la Democracia, el Golpe de Estado, que habíamos bajado a Ruiz a tomar un chocolate con churros cuando nos dieron la noticia. Hubo que cerrar, recuerdo a las vecinas acobardadas, todos viendo la televisión en casa...

--El Extremeño fue un mito...

--El primero que abrí fue el Mesón Hidalgo, hasta que encontré otro local que era una casa particular propiedad de los señores Barrientos, de Galerías Madrid. Ellos lo tenían como almacén. Entonces empecé la obra, y ha sido un negocio con altas y bajas, según las circunstancias.

--Sí, pero sepa que quien tiene ideas brillantes siempre triunfa...

--En mi momento se me ocurrían cosas porque siempre he dormido con un ojo abierto y otro cerrado, como las liebres. La gente venía a las fiestas de la cerveza, a los Carnavales... y fue bien, la verdad.

--Entre esas ideas: el Metro de Cerveza...

--Por supuesto. Fue muy simpático. Había oído hablar que en Alemania había unos metros de cerveza de 12 vasos de litro de 33 centilitros que equivalían a 4 litros. Entonces estando una vez sentado con un amiguete, José María Mena, que era por entonces jefe de Aguila, dijimos, ¡por qué estos cuatro litros no los juntamos en un recipiente de 1 metro! Y de ahí vino el pelotazo: al ver ese tubo cilíndrico tan largo. Los extranjeros le hacían fotografías mientras yo colgaba de la pared aquellas famosas orlas con las fotos de los jóvenes universitarios que venían al bar. Por cierto, que se estropearon tras una avería de agua que tuvimos.

--La cerveza es un gran invento...

--Por supuesto y qué gran verdad es esa. Conste que fueron las mujeres las que inventaron la cerveza en la época egipcia fabricando unos mejunjes que echaban en los caldos de los hombres cuando se iban a las batallas. Era una sopa, empezaban a beber y de los colocones que se agarraban ganaban todas las guerras.

--Y usted ahora fabrica cerveza...

--Sí. Algo artesanal, para mi cosecha y para mis amigos.

--Detrás de la barra usted habrá visto muchas cosas...

--Ver, oír y callar.

--Y habrá visto muchas historias de amor...

--He casado a muchísima gente. Y me siento orgulloso.

--Y habrá visto mucho desamor...

--A mí me han llorado en la barra por desamor. Y acabas siendo confesor de los clientes e invitándoles a una cerveza para que se calmen, porque un camarero es un licenciado en la universidad de la vida.

--¿Usted de qué equipo es?

--Soy neutral porque unos hijos son del Barcelona y otros del Madrid.

--Siempre se puede ser del Atleti...

--Tengo que estar con la balanza. Por eso siempre digo que soy de la Selección Española y quedo mejor.

--¿A usted le gusta Podemos?

--Lo respeto. Pero la prueba es que para recibir hoy a un amigo (a usted), me he puesto corbata y hay otro señor que para ver al Rey fue en mangas de camisa.

--Hable de su mujer...

--Gracias a ella he sido lo que soy. Nos conocimos cuando yo trabajaba en el Quiosco de Los Naranjos, en la avenida Virgen de Guadalupe. Ella trabajaba en La Polar, que era una fábrica de hielo; que era muy famoso el burro de La Polar en Cáceres porque tenía muchísima salud (carcajadas). La chiquita me gustaba, y todavía me sigue gustando (más carcajadas). Como teníamos una sinfonola de esas que se metían las monedas, yo le ponía las canciones de Manolo Escobar: "El trigo entre to las flores" ...

-- "Ha escogío a la amapola..."

--Eso es. Y yo escogí a la María. (Ríe a carcajadas). Es verdad que siempre se han regalado flores, que es más fino, más elegante, pero a la hora del aperitivo yo le hacía a María un bocadillo de calamares. Y ella decía: ¡Qué buen chico, qué majo es!, y así empezó el contacto.

--Y se casaron...

--Nos casamos en la iglesia del Buen Pastor, en Llopis Ivorra. Fuimos felices, somos felices. Fue muy bonito, porque las bodas cuando te quieres tanto y estás así de ilusionado son siempre bonitas. Ibamos los dos muy elegantes, ella vivía a 50 metros de la iglesia y al verla llegar en el coche me dije: "Madre mía, madre mía, qué noche vamos a pasar hija mía".

--Hable de sus hijos...

--Estoy superorgulloso de mis cuatro hijos, Yolanda, Mercedes, Natalia y Juanchu. Todos van bien. Una es profesora de Secundaria, otra trabaja para una multinacional farmacéutica, otra es gerente de una empresa en Badajoz, y mi hijo es agente de viajes. Muy contento con ellos y con mis nietos: Jorge, Mar y Carmen (se emociona). ¡Ah! y mis yernos también, Juan y Jorge, que no se enfaden, que son majísimos los dos (carcajadas).

--¿Qué espera de la vida?

--Pues que sigamos igual, que estamos muy bien. Me dedico a mi campo, mis viajes a Badajoz, a Madrid, me tomo mi cerveza con mi mujer los sábados. Soy un jubilado muy ocupado.

--¿Y cuando pasa por El Extremeño, qué siente?

--Nostalgia. Me gusta que la persona que lo lleve triunfe. Es parte de mi vida, fue algo que creé y quiero que siga con éxito. Aún la gente habla del Extremeño, forma parte de sus vidas.

--¿Cuál fue su mejor cliente?

--No hago excepciones. Todos fueron como familia.