El que durante décadas fue referente de la época dorada de la movida cacereña cierra mañana de forma definitiva. Una fiesta para clientes y amigos pondrá punto final a 34 años detrás de la barra en la plaza Mayor. Jesús Sansón, alma mater del Mesón Extremeño, sirvió ayer a EL PERIODICO su última cerveza.

-- ¿Por qué te vas? , que cantaba Jeanette...

--Esa canción la tengo en el coche: Hoy en mi ventana brilla el sol, y el corazón se pone triste contemplando la ciudad, por qué te vas... (risas). Me voy porque quiero descansar, tener calidad de vida. Disfrutar del campo y el senderismo... y porque siempre he pensado que una retirada a tiempo es una victoria.

--Dice que le gustan los coches grandes y la pintura, ¿a qué se va a dedicar ahora, a coleccionar automóviles?

--No, no, no voy a coleccionar coches (más risas). Me dedicaré a la pintura, y a mi campo.

--Abrió el 26 de octubre de 1972 y una vez comentó que cuando se fuera echaría el cerrojo y pasaría página a la historia. Ese momento ha llegado...

--Después de 34 años el local quedará cerrado a cal y canto y no sé si nuevas generaciones lo continuarán, lo que sí está claro es que Jesús Sansón deja la hostelería.

--Se marcha después de haber sido un referente de la movida cacereña y lo deja, precisamente, en el momento en que más muerta está esa movida, ¿qué ha pasado?

--Han cambiado los hábitos, el público... La plaza se ha convertido en zona peatonal, no sé, son varios factores. Pero yo no me voy por la crisis de la movida; sé que la plaza Mayor tiene que resurgir antes o después, aunque ya no estaré aquí, estaré con mi familia, descansando.

--En 1992 el diario francés Liberation escribía un artículo sobre este mesón ¿cuál ha sido su fórmula para ser tan famoso?

--Además de Liberation varios diarios londinenses se hicieron eco de nuestra variedad de cervezas y de los recipientes en los que las servíamos: el metro, las jarras..., las novedades que buscábamos para no quedarnos estancados. Pero yo no hice nada para ser famoso, fue el público. A él le debo el éxito de esta casa, la palma se la llevan los clientes, todos los que han pasado por aquí en estos 34 años. Me siento muy orgulloso del público. Tengo los mejores amigos gracias a este bar. El mérito no es solo mío, también de mi mujer y compañera, Mari Carmen, y de mis cuatro hijos.

--Nació en la calle Margallo, en una familia de 18 hermanos, ¿cómo fue su infancia? algo jodida, supongo, porque empezó a trabajar a los 14 años...

--Empecé a jugar tirando cafés y cervezas (sonríe). Eran los años de la posguerra, con dificultades económicas. Yo tenía estudios básicos y en aquel momento lo más accesible era la hostelería, y me decidí por este trabajo.

--Le he oído decir alguna vez que las universidades deberían incluir una asignatura que obligara a los alumnos a estar detrás de una barra...

--Eso me lo comentó un profesor de la universidad: me dijo que admiraba a la gente como yo, por la psicología que adquirimos en esta universidad de la vida que es la hostelería.

--Mañana está usted de fiesta...

--Empezará a la una. Habrá una degustación de tapas, cerveza, vino español... Será para amigos y clientes, habrá un espacio para los niños y se sorteará un regalo.

--¿Y ahora que nos despedimos, qué caña me recomienda?

--Cualquier cerveza, si está tirada con un dedo de espuma y dos dedos de cabeza.

--¿Pero no me aconseja ni El Sansón , ni El Metro , ni el Agua de fuego con dos cojones ?

--(Ríe a carcajadas). Esos sistemas de servir bebida han pasado a mi museo histórico particular.