Todo perfecto en el concierto de Savall --¡dos veces en Cáceres en tres años! un lujo--- Es cierto que aunque no hubiera microfonía para los instrumentos de viento, cuerda y percusión que se reunieron en el escenario del convento de San Francisco, pues así lo dictan los cánones, sí podría haber habido uno de esos avances técnicos del diablo dispuesto por la organización --un aplauso para el X Festival de Música Antigua-- para cuando los protagonistas de la velada, Hespèrion XXI, nos presentaban sus trastos: bellos, con una sonoridad hoy en desuso, lejanos, antiguos y deliciosamente tocados.

Con la excusa del espacio de diálogo y diversidad atribuido a esta piel de toro, cuando la realidad fue mucho más amarga, escuchamos anónimos arabigoandaluces, tonadas sefardíes, música tradicional afgana, melodías turcas, persas, alejandrinas y cantigas del Rey Sabio; un repaso al arte sonoro en el entorno ibérico y mediterráneo de los siglos XIII al XVI maravilloso y necesario, con una calidad impresionante donde la falta de lucecitas, efectos especiales y sonidos pregrabados no fue en detrimento del espectáculo, sino todo lo contrario. No se necesita nada más, solo calidad, y ese concierto la tuvo, a raudales.

Eeehh- si los gobernantes están a nuestro servicio, que para eso les votamos, ¿por qué no hacen cola para entrar en los sitios a los que acuden como el resto de los mortales, y siempre están en primera fila? ¿No escuchan ni ven bien?