José Carlos Quesada Herrera (Puerto del Rosario, 1988) soñó desde niño con ser militar. En el domicilio de Suso y Bego, sus padres, siempre jugaba con pistolas y rifles de juguete, y se ponía a menudo un traje militar que le regaló su tio Cosme en uno de sus cumpleaños que había encargado expresamente a una costurera de Gran Tarajal para su sobrino. A medida que iba creciendo soñaba con ingresar algún día en el Ejército y de vestir el uniforme militar, un sueño que hace pocos meses se convirtió en realidad.

José Carlos terminó el Bachillerato con muy buenas notas, pero con la idea puesta en ser militar profesional. «Yo como madre, siempre le aconseje que debería estudiar una carrera o profesión con salida para el futuro, con la idea de que tal vez así se olvidaría del tema Ejercito», señala Bego Herrera, su madre. Además, añadió, que «estudio el ciclo superior de Sistemas Electrotécnicos y Automatizados con muy buenas notas lo que le permitió realizar sus practicas en esta especialidad».

Sin embargo, el joven majorero seguía empeñado en cumplir su sueño de niño. Se trasladó a Gran Canaria a presentarse a las pruebas para acceder al Ejército. Primero superó el examen teórico y posteriormente las pruebas físicas , no en vano es un autentico deportista, pues se proclamó tres años consecutivos Campeón de Canarias en la modalidad de Kumite (Combate), galardón que le dió la opción a participar con la Selección de Canarias en el Campeonato de España, logrando un magnífico tercer puesto.

Tras acceder al Ejército realizó su periodo de formación en el Centro de Formación de Tropa (Cefot 1), de Cáceres. Aquí, en el acuartelamiento de Santa Ana, juró bandera y obtuvo el número uno de su promoción.

Condecorado

Tras ser destinado a Zaragoza en el Regimiento Acorazado ‘Pavía número 4’, donde continuó con su segundo ciclo de formación, es de nuevo condecorado como el Húsar más destacado «por su esfuerzo, especial dedicación, disciplina y compañerismo», tal y como reza en el diploma.

La crisis de la Covid-19 se cruzó en el camino de José Carlos. Tras el estado de alarma todos los soldados debían confinarse en sus domicilios. El joven majorero no viajó a Fuerteventura para evitar riesgos y la familia de su compañero Manu lo acogió en Albacete.