El poblado minero de Aldea Moret es un referente de la historia moderna de la ciudad porque constituye la gran industria en torno a la que creció Cáceres y se desarrolló esta zona a comienzos del siglo XX. En 1864 se produjo un descubrimiento en esta zona del calerizo, clave en su posterior desarrollo: la existencia de fosforita. La extracción de este mineral, usado en la fabricación de abonos, crea un asentamiento industrial que llegó a contar con 12 pozos de extracción de mineral y 119 construcciones, consideradas joyas del patrimonio arqueológico industrial.

Los primeros trabajadores construían vivían en pequeñas casas o en barracas en torno a los pozos de extracción --como muestran los restos que quedan en pie en el Mina de la Esmeralda-- pero debió ser en torno a 1880 cuando se configura la trama urbanizada del poblado actual y se ponen en marcha la escuela, la iglesia de San Eugenio, que aún está en pie.

Según el informe de la dirección general de Patrimonio, Aldea Moret se convirtió durante su desarrollo en una isla de progreso en la ciudad, no solo por la actividad industrial, sino también por el modelo de ciudad (casas con jardín, amplias zonas verdes, economato gestionado por los vecinos, piscina...) frente al desarrollo del resto de Cáceres, en torno a la ciudad medieval.

Algunos de los edificios levantados como parte de la cadena productiva, afrontan su futuro como espacios de arte o centros de innovación. El Embarcadero surgió a mediados de siglo sobre un apartadero que se levantó con el objetivo de almacenar el mineral antes de embarcarlo en los vagones del ferrocarril. El futuro Garaje 2.0 , próximo semillero de empresas, fue en los años 60 la nave en en la que se almacenaba la fosforita seca.

En el cerro situado al otro lado del poblado están tres de los pozos mineros de interés cultural: el de María Estuardo, San Salvador y La Esmeralda. Precisamente esta mina, con una extensión de 120.000 metros cuadrados, es uno de los pocos ejemplos que quedan para estudiar las viviendas de los mineros asentados junto a los pozos de las minas y posee la única chimenea que se conserva de los viejos hornos. La protección de este espacio puede condicionar además la planificación urbanística que prevé el nuevo plan de urbanismo en la zona, ya que la franja protegida puede ser superior a la que estima el plan.