El jefe del servicio de hematología Juan Bergua recibe a este diario en área hematológica del hospital San Pedro de Alcántara. Inaugura la sección mensual sobre pronóstico y tratamiento contra el cáncer que hoy comienza este diario, coincidiendo con el mes de cáncer linfático. Con 22 años de profesión a las espaldas, asegura que en Cáceres se diagnostican más de 55 pacientes con algún tipo de linfoma.

--¿Qué es un linfoma?

--Un cáncer del sistema inmunitario, afecta a ganglios linfáticos.

--¿Cómo se lo nota el paciente?

--Normalmente te notas un bulto en el cuello, en la axila, en la ingle,... que te crece. Esa es la localización anatómica normal. Pero el sistema inmune está en todo el cuerpo, entonces hay localizaciones que no son en ganglios y que pueden aparecer en cualquier parte del cuerpo. Puedes tener linfomas de localización testicular, linfomas cerebrales, en el pulmón, en el tubo digestivo,... En el linfoma intestinal el cuadro debuta con vómitos y, en vez de tener un cáncer de colon, lo que tiene es una masa linfoide que está infiltrando en lo digestivo.

--Hay más de cien tipos de linfomas, ¿cómo se clasifican?

--Todos son distintos en cuanto a biología, marcadores, pronóstico y tratamiento. En principio hay dos grandes tipos de linfoma. La enfermedad de Hodgkin y los linfomas no Hodgkin, que tiene tipos muy dispersos: puede haber los linfomas difusos de células grandes B (35-40% de los casos) y los foliculares, que tienen un montón de variantes, pronósticos, alteraciones biológicas y de comportamiento. No es lo mismo tener un niño con un linfoma folicular pediátrico, que quizá con una operación quirúrgica basta, o un Burkitt, que necesita un tratamiento super agresivo, con un montón de drogas.

--¿Cómo se decide el tratamiento?

--Se lucha mucho para individualizar bien las enfermedades, hay un buen nivel a la hora de discernir los distintos tipos de linfoma y los distintos tipos de tratamiento. Los gástricos se pueden erradicar solo con antibióticos, pero hay otros que obligan a hacer trasplantes de médula ósea o incluso no tienen un tratamiento satisfactorio. Los linfomas tipo B, en principio, suelen ser muy agresivos y en algunos casos requieren hasta un trasplante alogénico de médula ósea para poder ser tratados.

--¿Se cura?

--Hemos avanzado mucho y tenemos buenas tasas de curaciones. La enfermedad de Hodgkin tiene una tasa de curación bastante alta, prácticamente el 90% de los pacientes se pueden curar.

--¿Cómo se diagnostica?

--Por una biopsia, siempre. Para hacer un diagnóstico de un linfoma tienes que tener una anatomía patológica. Es curioso porque a veces aparece un bulto, lo biopsias, lo quitas y ya está. Pero hay subtipos de linfomas, como los T periféricos, en los que llegar al diagnóstico es complicado. A veces no empieza por un bulto, sino por un paciente mayor, con fiebre prolongada, con pérdida de peso,... Incluso con estudios de imagen no encuentras ninguna cosa y, sin embargo, tiene un linfoma que le está provocando todos esos síntomas.

--¿Qué protocolo se sigue en los pacientes diagnosticados?

--Depende del tipo de linfoma. Tratamos de incluir a los pacientes en ensayos clínicos para que vayamos perfeccionando el arte de tratar a este tipo de enfermos y para tratar también de que los tratamientos sean lo menos agresivos y lo menos tóxicos para el paciente.

--¿A qué edad suele desarrollarse?

--A todas las edades, hay linfomas pediátricos en niños pequeños. En el Hodgkin, por ejemplo, hay un pico a los veintitantos y otro en edades avanzadas. En los linfomas B el pico es a partir de los 60 años.

--¿Cuál se considera el más y el menos agresivo?

--Depende, puede que el más agresivo sea el que más curación tenga o al revés. Un Burkitt es el linfoma característicamente más agresivo, pero ahora curamos el 90%.

--¿Cuál tiene menor curación?

--Los linfomas T, son un mundo aparte, con poca incidencia y con pocos protocolos abiertos para el estudio del mismo. Lo importante es que estos pacientes puedan incluirse en protocolos a nivel multicéntrico, que engloben a todo el país, para que todos sean curados de la misma manera y para que podamos abrirnos a la industria farmacéutica para que nos den nuevas drogas y podamos tratarlos.

--Acaban de abrir una unidad de ensayos clínicos...

--Hay una oferta de emplear un fármaco nuevo, con una toxicidad muy aceptable, pero estamos esperando a que se abra el protocolo.

--¿Se puede prevenir el linfoma?

--Desafortunadamente no. En este tipo de cáncer hematológico hay un tipo de población susceptible, normalmente las personas inmunodeprimidas, también la gente con estímulos crónicos del sistema inmune o con celiaquías. El que toque tener linfoma entra dentro del fallo estadístico del sistema inmune.

--¿Puede hacer metástasis?

--Puede presentarse un paciente que sea todo linfoma. Es un cáncer un poco distinto, es una enfermedad sistémica, aunque se trate de localizar por la cantidad de masa tumoral o por el estadío.

--¿Qué aspectos influyen en el paciente además del tratamiento?

--El estado de ánimo creo que no influye, pero el estado físico sí. Siempre se trata de dar los tratamientos menos agresivos, pero a veces se necesitan tratamientos agresivos y no es lo mismo un paciente deteriorado o sedentario que un paciente en buena forma. También influye el tipo de enfermedad. Siempre he insistido en que el paciente tiene que estar totalmente activo para poder sobrellevar bien la enfermedad.

--¿Se trata a muchos pacientes con linfoma?

--Aquí veremos unos 55 pacientes en todo el año.

--¿Le gusta su trabajo?

--Sí.

--¿Qué es lo mejor y lo peor?

--Tienes muchos pacientes curados, pero también tienes muchos pacientes muertos. Al paciente hay que comunicarle una actitud de lucha y de fuerza para poder hacer las cosas. Tiene que asumir las cosas con espíritu deportivo pero tratando de ganar. Hacerle ver que los médicos sabemos qué estamos haciendo, que estamos experimentados y transmitir una confianza en cuanto a las decisiones. Es importante hacerle ver que esto se cura.