Ha trabajado los cuatro últimos años en el Departamento de Crisis de La Moncloa y lleva más de 50 en la Guardia Civil. Juan Carlos Rodríguez Búrdalo, general de División, ha hecho coincidir su pase a la reserva con la decisión de abandonar un equipo que trabaja para resolver situaciones extraordinarias como una huelga o el hundimiento de un barco. Pero su personalidad trasciende el ámbito laboral y descubre a un poeta comprometido con el mundo que le rodea.

--¿Qué sentimientos tiene al final de su etapa profesional?

--Todavía me veo como aquel cadete en la academia. Ahora se abre una nueva etapa para vivir todo lo que no he vivido. Los años en La Moncloa han sido intensísimos y me han producido un desgaste. Me han pedido que continuara, pero era el mejor momento para irme.

--¿Qué le ha dado y le ha quitado la Guardia Civil?

--Me ha dado todo lo soy y me ha quitado tiempo de estar con la familia. Te obliga a mantenerle una fidelidad en tiempo, dedicación y servicio que van en detrimento de la familia.

--¿Qué momentos recuerda con más cariño y amargura?

--No olvidaré cuando me dijeron que iba a dirigir el colegio de guardias jóvenes. Ascender a general es el culmen de la carrera de un militar y un día imborrable. La Guardia Civil es una institución compleja. Ha habido alguna sombra, algún mal recuerdo, que fue tan malo, que ni siquiera querría evocarlo. Fueron unos sucesos en Albacete cuando era general en Castilla-La Mancha. Fue el momento más duro de mi vida profesional, pero prefiero considerarlo como algo borrado.

--¿No se ha sentido un tipo atípico en su doble faceta de poeta y militar?

--No me he sentido atípico, aunque sé que mi entorno me ha considerado así. Un poeta es una persona como otra cualquiera que, además, escribe versos.

--¿En qué le ha ayudado la poesía para su profesión?

--Todo hubiera sido más difícil. La poesía ha sido el descanso de sinsabores y ha hecho que el trato con las personas como guardia civil fuera de otra manera.

--¿Entre los generales se habla de poesía?

--En líneas generales, no. Tienen otras ocupaciones, aunque hablan un poco de poesía cuando les he regalado un libro o han ido a una presentación mía.

--¿Cómo se ve la vida desde el búnker de La Moncloa?

--Se produce una abstracción por la configuración física del edificio. Se construyó en 1991 y tenía que ser resistente a una amenaza nuclear. Al pasar tantas horas en un sitio cerrado, cuando sales vives la vida más intensamente.

--¿Qué se siente con un uniforme de guardia civil?

--En mi época era la expresión de la vocación, una magnífica sensación de logro y de meta. Intento que ese sentimiento no decaiga, aunque el uniforme empieza a ser la ropa de trabajo.

--¿Cuándo se acabará ETA?

--No lo sé, pero ojalá se acabe cuanto antes. ETA ha sido siempre un grupo terrorista, aunque decía tener hace 30 años algunas razones que conformaban un cierto corpus ideario. Ese tiempo ha pasado. Ahora solo queda lo peor. Se ha convertido en un grupo de delincuentes que ha logrado coaccionar a gran parte del magnífico País Vasco.

--¿Qué ha visto en los ojos de los terroristas ?

--Desgraciadamente, casi siempre, nada. Frialdad. En los juicios en la Audiencia Nacional también se ve el odio que transmiten hacia familiares de las personas que han asesinado.

--¿Existe justicia cuando un terrorista como De Juana saldrá a la calle con 25 asesinatos?

--Creo que sí. En todos los casos la justicia es la aplicación de la ley. Lo que habría que preguntarse es si las leyes responden a determinados supuestos como que una persona con 25 asesinatos confesos puedan caerle unos años de cárcel y salir. No pongamos en tela de jucio a la justicia porque es un pilar fundamental de la democracia.

--¿De qué hablará su poesía?

--Voy a seguir escribiendo sobre el ser humano y sentimientos como la enorme soledad de la gente en la gran ciudad. También del vacío, de la indiferencia y el silencio en las calles.