Es una de las caras conocidas de la abogacía cacereña por el interés mediático de algunos de sus casos. Dice, medio en broma medio en serio, que decidió ser abogado porque "es un romántico". En su caso sí que fue vocacional. Disfruta sobre todo sabiendo que el ciudadano "tiene instrumentos y razones para enfrentarse a los diferentes aparatos del Estado". Reconoce que ahora los abogados se han convertido en un "personaje cercano al ciudadano" y que hay una mayor "sintonía" con la sociedad.