Es uno de los médicos más célebres de la ciudad. Juan Pérez de las Vacas, especialista en el aparato digestivo, se ha jubilado recientemente tras 52 años de trabajo en los que ha alternado sus actividades en el hospital San Pedro de Alcántara y en la clínica San Francisco. Confiesa que le ha costado mucho cerrar esa etapa, pero afronta la nueva con ilusión.

-¿Qué le llevó a ser médico?

-Cuando era joven jugaba al fútbol y quería dedicarme a ello, pero tuve una lesión importante. Económicamente no tenía posibilidades de estudiar, pero mi tío era practicante y me preguntó si quería cursar medicina.

-Entonces fue de casualidad...

-Sí y no. Ya me gustaba el mundo de la medicina, pero mis padres no podían afrontarlo, así que no había posibilidades.

-¿Cree que para ser médico hay que tener vocación?

-La vocación es algo que surge después. Puedes tener una cierta tendencia, yo la tenía porque veía a mi tío trabajar en el hospital e iba con él a los pueblos a hacer las transfusiones de sangre, por lo que ya conocía ese mundo y me gustaba el ambiente sanitario. Luego, cuando empecé la carrera, adquirí la vocación total.

-¿Cuál es el caso más especial que ha vivido como médico?

-Me impresionó mucho un chaval de 14 años con una cirrosis congénita que terminó muriendo. Lo traté en una clínica privada, y su madre me dijo que, cuando recogiera la cosecha, vendría a pagarme. Un año después se presentó allí y yo le cobré una cantidad simbólica. En otra ocasión ayudé a morir a un íntimo amigo, eso me marcó mucho también. Los casos médicos que no van bien te marcan, y sobre todo si se trata de gente joven. Aunque si son mayores también, porque se trata de un fracaso de la medicina.

-¿Lo considera un fracaso?

-Hay muertes naturales inevitables, por ejemplo en las personas mayores o en enfermedades raras, lo único que puedes hacer es ayudarles a que su vida sea más llevadera. Pero la medicina actualmente llega hasta ahí, por eso es un fracaso, porque estamos limitados. Cuando algún día se consiga curar este tipo de enfermedades, aparecerán otras que serán incurables. Siempre habrá algo, porque la vida es limitada. Por eso, cuando los médicos no podemos curar a alguien, nos sentimos un poco fracasados.

-¿Alguna vez en todos estos años se ha planteado dejarlo?

--Nunca. A mí la profesión me ha absorbido, me ha llenado, a pesar de los disgustos y el estrés. Pero jamás lo he pensado, siempre he seguido adelante.

-¿Cómo se compagina creer en Dios con creer en la ciencia?

-Para mí, Dios existe y no es incompatible con la ciencia. Creo que existe algo que nos permite seguir, nos da una ética y una moral necesarias. Todos los pueblos han tenido alguien o algo en que creer. Si pensáramos en que no hay nada, empezaríamos a preguntarnos qué hacemos aquí.

-¿Cree que los gobiernos de los últimos años se preocupan por la sanidad?

--No realmente, solo hacen cambios aplicados a su ideología. La sanidad española es lo mejor que hay en el mundo, pero es muy cara, y si no cambiamos algo, en unos años no podrá funcionar.

-¿Cree que la gente abusa del sistema sanitario?

-Muchísimo, pero es un abuso que viene de siempre. Las urgencias están colapsadas porque la gente va por un catarro. Si cada vez que fueran les cobraran un euro por la consulta y otro por la radiografía, la gente se lo pensaría un poco más. Pero los gobiernos no se atreven a luchar contra eso, porque no les favorece.

-Acaba de jubilarse. ¿Cómo se siente y a qué piensa dedicarse?

-Llevaba dos años madurando la idea, la presión familiar ya era importante, y yo también notaba que tenía que hacer otras cosas. Me da pena, dejo atrás una carrera de más de 52 años, pero las cosas tienen su fin y se trata de un paso adelante. Ahora mi idea es mantener un huerto en el campo con mi hijo. Tengo muy claro que voy a ocupar mi tiempo, no puedo estar quieto en casa ni un momento. Me siento muy orgulloso de haber ejercido mi profesión. No puedo pedir más, estoy bien de salud, física y mentalmente a pesar de mi edad, podría seguir trabajando pero todas las cosas tienen un principio y un fin. No puedo ponerle ningún ‘pero’ a mi carrera, me he dedicado a ella con aciertos y errores. Hay una frase de un médico americano que dice que «el mejor médico del mundo se confunde todos los días una o dos veces». Hay que aprender de los errores, y yo he aprendido mucho de ellos.