¿Judicializar la vida política es malo? Pues depende. Con más frecuencia de la deseada nos encontramos sentencias que condenan a alcaldes y concejales por actos ilegales en el desempeño de su oficio. Prevaricación, malversación de bienes públicos. Esas condenas hubieran sido imposibles si alguien no las hubiera denunciado. Pero existen otras conductas también indeseables. La vida política se cursa principalmente en instituciones que gozan de reglamentos y en ellas deberían llevarse a cabo las discusiones y los acuerdos o desacuerdos. Sin embargo, ¿qué sucede cuando alguien no respeta las reglas? Porque los políticos utilizan muchas artimañas para conseguir sus fines y los reglamentos se utilizan en el propio beneficio como arma contra el adversario.

Tengo que decir también que en los ayuntamientos no es raro que a la oposición se le niegue información o se le tape la boca. Esos abusos de poder han de tener coto y alguien tendrá que velar por los derechos de los ediles que son los del pueblo. Tampoco estaría mal analizar algunas sentencias al respecto para comprobar quien suele llevarse el gato al agua. Ahora bien, cuando la política recurre a la justicia, es que algo no funciona bien.