César Moya envuelve ilusionado el regalo que su hija de once años recibirá por Navidad. Ella está en Venezuela, su país de origen, pero llevan ya más de cuatro años sin verse y esta será una de las pocas veces en las que puedan mantener el contacto. César es un preso del centro penitenciario Cáceres 2. Fue pillado por tráfico de drogas, aunque ya solo le quedan cuatro meses para cumplir su condena. "Ella se piensa que estoy trabajando, aún no he querido contarle qué pasó. Lo haré en persona, cuando vuelva", dice. Junto a los juguetes le ha enviado una carta en la que le recuerda lo mucho que la echa de menos. Como él lo han hecho Jesús de las Comas, Luis Carlos Morales o Samuel Ezzennia, que estuvieron envolviendo los regalos de sus pequeños en la iglesia Beato Spínola (de El Vivero), junto a los voluntarios de Pastoral Penitenciaria.

Se trata de la campaña de juguetes que cada año realiza la organización. Este año llegarán a 80 niños y niñas de todo el mundo, ya que viven en Cáceres (algunos de ellos en el centro Julián Murillo), en otras ciudades de España e incluso en Sudamérica. Es una iniciativa que la organización viene desarrollando desde hace veinte años. "Es reconfortante para ellos. Quizá es la única posibilidad que tienen de hacer llegar un regalo a sus hijos. Y cuando ves la cara de los pequeños te das cuenta de que todo el trabajo ha merecido la pena. Son niños que no ven ni hablan con sus padres y esto les hace recordar que siguen ahí", explican Eva María Escobar y Angel Luis Lorenzo, dos de los quince voluntarios de Pastoral Penitenciaria.

Junto al regalo, los padres mandan una carta a sus hijos, escrita a mano por ellos mismos en la que les cuentan cómo es su vida y lo mucho que les echan de menos. "El propósito no es otro que favorecer a que estas personas no pierdan los vínculos familiares. Ellos están ahí privados de su libertad. No hay que olvidar que han cometido un delito y tienen que pagarlo a la sociedad, pero eso no implica que no se les pueda ayudar a ser un poquito más feliz. Parece que poco a poco la sociedad se va concienciando de la realidad de la cárcel", indicó Eva María Escobar.

De camino

Los juguetes ya están de camino. El pasado viernes fue el último día de recogida y tuvieron que entregarse sin estrenar. De hecho, la tienda Juguetes Avila ha participado en la campaña con el envío de varias cajas con juegos. "La gente es solidaria incluso en crisis. Nunca nos han faltado juguetes, es más siempre hemos tenido de sobra", dijeron los voluntarios.

A parte de esta campaña que se lleva a cabo en Navidad, Pastoral Penitenciaria realiza grupos de trabajo con los presos durante todo el año e incluso les acompañan durante sus permisos penitenciarios. "Hacemos terapias para trabajar los valores y la disciplina y prepararles para su futura relación con la sociedad. En los permisos penitenciarios realizamos viajes y pasamos días todos juntos. Es muy satisfactorio para ellos. Contar con este apoyo es importante, nunca suplirá al cariño de la familia pero les ayuda a luchar y seguir hacia delante", dicen los voluntarios.