Las clarisas han dado el sí y, finalmente, su olivar aliviará parte del gravísimo problema de aparcamientos que actualmente padece la ciudad monumental de Cáceres. "Llevamos en la capital más de 400 años y los cacereños siempre nos han querido mucho. Somos conscientes de que aparcar por aquí es un problema. Por eso hemos decidido prescindir de parte de nuestro jardín en bien de los demás".

Sor Teresa Casares Muriel, cacereña y superiora del convento, ratificaba así ayer lo ya anunciado el pasado viernes por el alcalde, José María Saponi. La buena predisposición de la comunidad religiosa permitirá que el consistorio inicie uno de sus proyectos más ambiciosos: la construcción de un aparcamiento en superficie, entre las calles Damas y Fuente Nueva, que ocupará alrededor de 1.500 metros cuadrados y que supondrá la creación de nuevas plazas en el casco viejo.

La superiora explica que el propio alcalde, acompañado por varios miembros de la corporación, se desplazó hasta el convento para exponer a las monjas la problemática existente. "Hemos visto la necesidad y hemos cedido. Cada día leemos en el periódico todos los jaleos que se han formado durante estos días y... ¡qué vamos a hacer!, hay que ser solidarios".

El convento de Santa Clara de Cáceres fue fundado jurídicamente por doña Aldonza de Torres y Golfín, noble y virtuosa cacereña, gran devota de San Francisco y Santa Clara. El 11 de octubre de 1593 fue colocada la primera piedra. Las obras terminaron en 1614 y las primeras cuatro clarisas del convento fueron Mencía de Ulloa, abadesa; María de Toledo, vicaria; Isabel de Ulloa, maestra de novicias y Antonia Fonseca, portera.

Desde entonces las hermanas viven en el convento y nunca abandonaron la ciudad, ni siquiera en tiempos de guerra. En la actualidad hay 13 religiosas, aunque está prevista la llegada de más.