Los 60 fueron años dorados para la música en Cáceres. Y los 70. Y los 80. Los Árboles muertos bien pueden dar testimonio de ello. Unos jóvenes Santi, Ángel, Tini y Luis compraron instrumentos a plazos y se subieron a las tablas a darle forma a versiones de rock & roll. Eran la voz del revival y compartían escena con grupos como Los Universales. Fueron años de revival y de temas instrumentales. Tras años separados en los que cada uno ha dedicado su tiempo a diferentes profesiones, -Tini y Ángel fueron profesores de conservatorio- 2012 abrió la veda de nuevo. La banda rompió su silencio y ese año presenció su reencuentro para saldar cuentas pendientes.

La sala Boogaloo (Hernán Cortés) hace lo propio hoy a las 22.30 horas (entrada gratuita). EL PERIÓDICO EXTREMADURA charla tras uno de los ensayos con Santiago, que aunque vive desde hace 17 años en Málaga regresa a su ciudad de nostalgia, y relata con un entusiasmo que no decae con los años una época que quiere recordar esta noche.

Llegan a la capital cacereña rodados de salas de Madrid, pero con el mismo espíritu. Luis será baja en Cáceres, pero en su lugar subirá a las tablas Felipe de Los Universales, otra banda con gran recorrido para la época. «Nos hacía ilusión volver al escenario», relata el músico mientras resuelve que «volver a Cáceres es revivir aquella época».

Santiago recuerda las matinées, las prefiere a las altas horas. La noche pasa tanta factura como los años. «La gente que viene a nuestros conciertos lo hace con sus nietos», resalta, «y por la noche tiene que cuidarlos, una vez vendrá, pero es complicado», recita. Asume con gracia que el tiempo ha pasado tanto para ellos como para su público, pero parece que su antídoto musical sigue funcionando. «tocar nos rejuvenece y rejuvenece al público». Lejos de pensar en la retirada, el integrante de los Árboles Muertos asimila el peso de la edad en su formación. «Ahora hay grupos que hacen lo mismo que nosotros pero nosotros lo hicimos en la época y guarda ese sabor sin nada añadido como ahora», pone de manifiesto.

No cobrarán entrada. Esto lo hacen por amor al arte. «No vivimos de ello, esto servirá como reencuentro con gente de nuestra generación», apostilla el músico que espera impaciente el momento de subirse al escenario.