"La lápida de mi abuela está partida y se puede ver ahora el interior. Además del hielo que hay al final de la calle, está llena de restos de hojas y de suciedad, de todo lo que ha ido arrastrando el agua, y se está inundando porque no tragan las rejillas. No se ha limpiado nada", se quejaba Juana Rodríguez, junto al patio 7.