Desprende profesionalidad en sus gestos y la expone con sus palabras cuando defiende que el odontólogo lo es por vocación y se debe a los pacientes. Estudió en la Universidad Alfonso X El Sabio de Madrid y acumula varios másters y cursos, algunos en la Complutense: prótesis bucofacial, implantes, estética, periodoncia, atm y dolorofacial, además de una formación sobre cirugía en Cuba. Le gusta viajar, leer, estar con los amigos, pero sobre todo su profesión, de la que critica el mercantilismo de las franquicias que, a su juicio, empobrecen y fulminan el código deontológico. Teresa González Chamorro (Cáceres 1981), propietaria de la Clínica Dental Cánovas, es estudiosa del bruxismo.

-Odontóloga, ¿le molesta que la llamen dentista?

-A algunos les molesta, a mí no: cuido los dientes, soy dentista.

-¿El dentista nace o se hace?

-Lo mío es raro porque no tengo a nadie en la familia que fuera dentista. Si te lo inculcan desde niña puede que te interese, pero en mi caso siempre me ha gustado la Medicina. Cuando de pequeña iba al dentista, me encantaba. De ahí sale mi vocación.

-¿Entonces cree en la vocación como base fundamental para ser profesional de la odontología?

-Las que nos consideramos dentistas lo somos por vocación y no entendemos que haya una práctica mercantilista que empobrezca y fulmine el código deontológico, sin preocuparse en absoluto por el paciente.

-¿Así que se ha mercantilizado la profesión con las franquicias?

-Mucho. Las franquicias hacen que la profesión se mercantilice. Venden revisiones y consultas gratis, aunque luego en el presupuesto vaya incluido en otro lado. En las clínicas pequeñas cobras una consulta y a un paciente le puede parecer mal hasta que se da cuenta de que invertimos en dedicarle tiempo, sacarle un presupuesto, una radiografía... Por culpa de las franquicias eso se ha ido a pique.

-¿Qué papel juega la empatía?

-Un buen dentista trata a sus pacientes con empatía y se gana su respeto. Prefiere su reconocimiento mucho más que el reporte económico, que obviamente también es necesario pero como contestación a un acto clínico adecuado, no como un fin único.

-¿Cómo ve el futuro. La televisión nos bombardea con anuncios de franquicias que ofrecen precios muy bajos y cada vez hay más facultades de odontología?

-Es un problema. Al existir cada vez más franquicias hay mucha gente que económicamente se fija más en los precios y eso no significa que sea más barata. Pienso que es publicidad engañosa, pero contra esa publicidad no puedes competir, ya que hay mucha gente que se lo va a creer y se deja guiar por eso. Es un tema complicado. Ha habido problemas con algunas de ellas que han cerrado y sus pacientes se han quedado pagando sus tratamientos pero sin disfrutarlos; y están luchando para recuperarlos, aunque lo van a tener difícil. Ojalá que la gente se diese cuenta y volviésemos a lo tradicional. Respecto a la proliferación de facultades, hace que sea un oficio cada vez más exigente.

-¿Se está perdiendo la imagen del dentista tradicional?

-Para el dentista tradicional no es muy favorable estar en el mismo gremio que empresas que dedican su actividad final a objetivos diferentes a los del cuidado de la salud de los pacientes. El odontólogo vela por el bienestar de sus clientes sin tener en cuenta objetivos económicos. El propietario de su clínica dental lo es por vocación y tiene muy en cuenta el código deontológico, mientras que las grandes empresas tienen la rentabilidad económica y sus objetivos financieros como fin principal, y muchos de sus dueños ni siquiera tienen titulación. Los dentistas queremos poder mirar a nuestros pacientes a la cara cuando nos visitan en la consulta, llamarles por su nombre y saber qué problemas pueden acuciarles; algo que no se da en las grandes empresas.

-¿Desde los sacamuelas hasta hoy, cuál ha sido el gran avance?

-La ausencia de dolor en los tratamientos.

-¿Qué opina de las pastas de dientes blanqueadoras?

-Que no sirven para nada.

-¿Por qué no conservan los dientes ni los que no se meten en peleas?

-Por falta de higiene y por estrés, que machaca mucho la dentadura. El estrés hace que apretemos mucho los dientes.

-¿Qué impedirá que todos acabemos con dentadura postiza?

-Los implantes, una adecuada limpieza bucal y una buena alimentación.

-¿Aún perdura el miedo de ir al dentista?

-Mucho menos. Ante el miedo, sedación. Y con presencia de anestesia, por supuesto.

-Usted es estudiosa del bruximo ¿puede definir esta patología?

-Es una patología que consiste en apretar de forma inconsciente la mandíbula o incluso rechinar los dientes, que se produce generalmente mientras dormimos, aunque también durante el día, y en la mayor parte de las ocasiones por causas de estrés. Esto nos puede acarrear diversos problemas, como desgaste en los dientes, dolor muscular o de cabeza. Puede producirse también por hábitos como morderse la uñas o tener una oclusión inadecuada.

-¿Cómo se puede curar?

-Para paliarlo, el odontólogo recomendará el uso de una férula que tendrás que colocarte cada noche antes de dormir. También es recomendable la fisioterapia o tratamientos farmacológicos.

-¿Se detectan muchos casos en Cáceres y cuál es su perfil?

-En Cáceres sí detectamos muchos. En cuanto al perfil, antes se decía que afectaba más a las mujeres por los cambios hormonales, pero ahora tiene más que ver el estrés, y perjudica tanto a mujeres como a hombres de una media de edad que va de los 30 a los 40 años.

-Vamos a hacer ahora un juego. ¿A quién tiene ganas de hincarle el diente?

-Diría que a algo italiano, porque es hora de cenar (risas).

-¿Qué hace a regañadientes?

-Madrugar.

-¿Qué le pone los dientes largos?

-La playa, porque decir el regaliz no quedaría bien siendo dentista.

-Y la última, ¿qué le haría al conde Drácula?

-Limarle los caninos (ríe a carcajadas).