Si alguien sabe lo que pasa por la cabeza es Valentín Mateos (Cilleros, 1959). El cacereño está considerado uno de los neurólogos más reconocidos del país, ejerce en Oviedo y después de más de treinta años en la profesión, la medicina ha querido recompensar su dedicación y le ha ofrecido un puesto en la Academia de Medicina de Asturias. Su ingreso oficial se produjo a finales de este mes, el 30 de enero, en un acto en el estuvo arropado por familiares y amigos y en el que ofreció un discurso sobre cefalea aguda en Servicios de Urgencias.

En declaraciones a este diario, Mateos se muestra agradecido por el reconocimiento. «Es una satisfacción, que te propongan ingresar en la academia es un gran honor», pone de relieve el cacereño que bien puede presumir de currículum en el campo de la medicina. Desde la infancia pareció tenerlo claro y recuerda una anécdota cuando él tenía tres años y entonces le decía a su madre al verla con frecuencia postrada en la cama por una jaqueca: «mamá, de mayor voy a ser médico para curarte la cabeza». Tan premonitorio fue que se graduó en Medicina en la Universidad de Extremadura hace 38 años, «en la cuarta promoción». Trabajó en atención primaria en varios pueblos cacereños y más tarde en el hospital de Campo Arañuelo. «Entonces allí no había neurólogo, yo veía que los médicos nos sentíamos seguros frente a cualquier patología pero nos sentíamos inseguros con enfermedades neurológicas», expuso. Esta fue otra de las razones que le empujó a decantarse por esta especialidad. Así que viajó al hospital de Oviedo para formarse en ese campo. Ahora es un referente en migrañas y dirige su propio centro.

En ese sentido pone de relieve que estas patologías afectan al 13% de la población, en su mayoría mujeres, y «no siempre están identificadas y bien tratadas». Insiste en que la migraña, lejos de las creencias comunes, «no es un simple dolor de cabeza, te deja fuera de juego». De hecho, expone que la OMS la cataloga como una de las diez enfermedades más «discapacitantes» porque, aunque «no tiene ningún criterio de gravedad clínica, te va quitando días de vida». Lamenta en esa línea que aún «no está suficiente reconocida en la calle». «Cuando oímos que alguien no ha venido al trabajo porque tiene una migraña pensamos, oye por un dolor de cabeza yo no falto al trabajo, el paciente no es del todo comprendido», manifiesta.

En cualquier caso, asegura que el estigma sobre las enfermedades neurológicas se ha ido rompiendo y el paradigma ha ido cambiando. «Desde los 2000 las unidades de cefaleas se han ido extendiendo y ya en muchos hospitales hay consultas específicas para pacientes, hay sensibilidad desde el punto de vista médico, se necesita un poco de sensibilidad hacia este tipo de personas», concluye.