La plaza de Pereros, en pleno corazón del Cáceres monumental, fue durante 50 años el rincón de la ciudad donde la presencia de una mujer de las Navas no faltó. Cincuenta años de su vida fueron los que Teresa La Navera pasó en la Residencia de Huérfanas de la Inmaculada, de la Orden de San Vicente de Paúl, hoy Colegio

Mayor Francisco de Sande. A cuidar a las niñas de aquel colegio, para las que cocinaba, se dedicó en cuerpo y alma "esta popular cacereña" que falleció en marzo del 2003 y que se hizo famosa por sus saetas de Semana Santa y sus ungüentos curativos.

Ella se marchó hace ya tres años, pero su recuerdo aún perdura y el ayuntamiento ha querido hacerlo presente. Para ello, el pleno municipal acordó colocar una placa en la que durante tantos años fue su casa, y con el permiso de la diputación, su propietaria, ayer se descubrió. En ella, ubicada en un lateral de la fachada del Colegio Francisco de Sande, reza la leyenda Rincón de Teresa la Navera , un rincón de la ciudad monumental que ya siempre será de ella, "para que nadie la olvide y porque es de justicia hacerlo". Así lo señaló el alcalde, José María Saponi, en el acto-homenaje en el que, junto a numerosas autoridades, estuvieron presentes sus familiares y amigos.

Sus palabras las compartió el presidente de la diputación, Juan Andrés Tovar, quien calificó de "muy acertado" el acuerdo municipal, pues según dijo "con esta placa Teresa, una mujer ejemplar en lo laboral y en lo personal, ya nunca se marchará de su colegio".

Su hijo, Fernando Montes, agradeció en nombre de toda la familia el homenaje a su madre y recogió una réplica de la placa de cerámica que se ha colocado en el edificio.

Y con una copla que entonó Felisa Rodríguez se puso fin al acto-homenaje a Teresa la Navera , que ya desde julio del 2001 contaba con una placa en el Adarve de santa Ana, su lugar preferido para cantar saetas.