Tiene 81 años y trabaja desde los 8 en la huerta de su familia, en la que ha vivido siempre. En la huerta, su padre le crió a él y a sus 9 hermanos. Rebollo está orgulloso de sus padres y de lo que le enseñaron. "Mi padre nos crió a mis hermanos y a mí y no nos faltó la comida, ni la ropa ni alguna castañita de vez en cuando. Y estoy orgulloso de mi padre", afirma con rotundidad.

Rebollo tiene tres hijos, dos mujeres y un hombre. El varón sigue trabajando la tierra que antes trabajó él y vive de ello. Cultiva cebollas, tomates "y de todo", afirma con orgullo de padre. La ilusión de Rebollo es dejar la casa y la tierra que tiene a sus hijos "para que disfruten de esto". Y no quiere ni oír hablar de dinero. El afirma que con lo que cobra tiene para vivir y que a sus hijos no les hace falta. Además es de la opinión de que "la tierra no se paga con dinero".

Respecto a la posibilidad de que el ayuntamiento hiciese en esa zona de huertas un parque, se pregunta "¿Van a ser capaces de hacer un parque mejor que éste? ¿Van a quitar todos estos árboles y todo lo que hay aquí?"

Y aunque el médico le dice que ya no debe trabajar, sigue echando una mano a su hijo. "Yo he vivido aquí siempre y si nos quitaran esto sería darnos la puntilla", concluye.