El cantautor y poeta, Matías Simón Villares, conoció a la patrona de la mano de su padre siendo un niño y desde entonces siente una gran devoción hacia ella que ha transmitido a sus hijas.

-¿Qué significa para usted la Virgen de la Montaña?

-La Virgen de la Montaña preside mi vida como yo, hoy, presido la Asociación de Amigos de la Estatua de Gabriel y Galán en el Paseo de Cánovas.

-¿Desde cuándo esta devoción?

-Mi padre, hombre culto y lego, me hablaba que la Imagen del Cristo: Sagrado Corazón, que nos da la bienvenida al Santuario, se colocó en la misma fecha que la estatua de Gabriel y Galán en Cánovas, en aquel lejano 1925. Mi padre y mi madre se prepararon la oposición de Maestros en Cáceres y eran muy devotos de la Virgen de la Montaña y así me lo transmitieron. Con el tiempo, casualidades de la vida, me trasladé desde Madrid a Cáceres para realizar la milicia en el Campamento Santa Ana, donde conocí a mi querida esposa Nieves, y nos casamos, total nada, ante la Virgen de la Montaña, un 23 de abril de 1984, después vinieron mis dos hijas, Carolina y María, también muy devotas.

-¿Qué recuerdos guardas de la patrona?

-La primera vez que vine yo a Cáceres con seis años, acompañaba a mi padre, Matías Simón, la Voz de la Montaña, al homenaje anual que se le realiza al gran José María Gabriel y Galán el día de Reyes en el Paseo de Cánovas. Veníamos de las tierras altas de Extremadura, de Segura de Toro. Después de poemas y poetas ante la estatua de Gabriel y Galán, mi padre me llevó a conocer el Santuario de la Virgen; recuerdo que subimos malamente la Cuesta del Calvario, ya que el coche, un Citroen familiar azul, parecía querer ir más hacia abajo que para arriba. Una vez en el Santuario, ante aquella Virgen tan pequeñita me emocioné con los versos que la lanzó mi padre.