TLtas diferentes instituciones que se han ido ubicando en las ciudades, han sido mecanismos que han activado su progreso en diversos sentidos. Debido a su implantación, se han facilitado avances en materias como la mentalidad, la ilustración, la modernidad o cambios de hábitos sociales para ciertos sectores de la población.

Una de las entidades que estuvo presente en Cáceres durante años sería la Universidad Laboral Hispanoamericana, por cuyas aulas pasarían miles de chicas de todo el territorio español que, en su relación con los lugareños, dejaron una impronta que no debemos olvidar. En su primer año fue únicamente destinada al alumnado masculino, pero a partir del curso 1968 fue readaptada para un alumnado exclusivamente femenino, un hecho que influiría profundamente en los cambios de mentalidad de varias generaciones de cacereños, para los cuales la presencia de un importante contingente de chicas suponía un gran cambio en lo referente a las relaciones humanas. Tradicionalmente el galanteo local se movía bajo unas directrices que establecían reglas rígidas para aquellos/as que iniciaban una relación sentimental. Dentro de los ciclos de la vida todo estaba concebido, desde el nacimiento hasta la muerte, incluidos amoríos y casorios. Moral y tradición transitaban de la mano.

Las chicas de la laboral fueron un soplo de viento fresco que, en pleno franquismo, se introducía en una ciudad necesitada de cambios en todos los sentidos. Cada fin de semana las chicas salían a la ciudad e iniciaban lazos de unión con el mocerío local. Muchachos que tenían la posibilidad de relacionarse con nuevas amigas, venidas de lejos, con acentos y culturas diferentes, que trataban de vivir los mejores años de su vida en una desconocida ciudad. El mestizaje no se hizo esperar.

La presencia en Cáceres de las jóvenes alumnas de la laboral fue un período que sirvió para modernizar estructuras mentales, las que son más difíciles de cambiar. Con ellas se inició un proceso de acoso y derribo de los rancios hábitos que establecían normas de comunicación entre la juventud. "La Madrila" se consolida como zona de ocio juvenil, una consolidación en la que tuvieron mucho que ver las nuevas vecinas que inundaban las discotecas y bares de la zona con sus expresiones libres, propio de chicas que no tenían que preocuparse del "que dirán", como ocurría con el personal femenino autóctono. Los años finales de los 60 y principios de los 70, quedarían marcados por su presencia. Cáceres es deudora con unas mujeres que viniendo de lejos por motivos académicos, influyeron, aun sin darse cuenta, en su modernización.

Muchas de las chicas de la Laboral encontraron un amor que las unió para siempre a esta ciudad, la mayoría abandonaron aquí parte de su inocencia y todas dejaron fragmentos de su memoria en la ciudad que las acogió.