El derribo del edificio Cánovas pasa por un largo pleito que se remonta a los años 80 y que ha llegado al Tribunal Supremo. El inmueble era propiedad del cacereño Antonio Mendieta Cordero, que lo vendió a la sociedad Personuá. Posteriormente, ésta lo vendió a Don Casa y, de forma definitiva, ha llegado a Corporación Boznos. El inmueble contaba con numerosos inquilinos y algunos pagaban rentas muy bajas. En el edificio Cánovas estuvo ubicado en su día el Juzgado de Menores y también la mítica cafetería Metropol.