Miguel Yario y Lina Soler han llegado desde Valencia para visitar la capital cacereña, sabiendo que deben hacer una parada en la Torre de Bujaco. Conocida desde la Edad Media con los nombres de Torre Nueva o Torre del Reloj, este monumento, de 25 metros de altura, es hoy una de las imágenes más representativas de la parte antigua de Cáceres.

Una vez pagados los dos euros de la entrada, Miguel y Lina pueden subir a la muralla, para comprobar la perfección de los matacanes rematados por almenas occidentales; entrar en la cámara, donde se recrean escudos e historia; y acabar en el balcón renacentista, que permite situar los edificios de la zona.

Una vez dentro "parece que estás en otra época y merece la pena entrar, pero creo que es excesiva la cantidad que piden sólo por acceder a un solo monumento", dice Miguel. "Deberían hacer un bono que ofreciera al turista la posibilidad de visitar los edificios de la parte antigua que deseara".

Jose Fernando Durán sirve de guía a todos los que se acercan a entrar por un momento en otro siglo. Explica las fases por las que ha pasado su construcción, las características de sus elementos ornamentales y el servicio que ofrecía tiempo atrás. "Desde que cobramos por entrar, la afluencia de público no ha variado. Los más reacios son los cacereños, que ya han visitado la Torre y no pagan por volver a verla", dice Durán.

Son dos euros por tener la oportunidad de disfrutar de un regalo árabe del siglo XII, que estuvo amenazado de demolición, en varias ocasiones, porque pretendían utilizar sus piedras para otras construcciones.

La historia ha querido que Bujaco perviva durante siglos, ahora son los ciudadanos del siglo XXI los que deciden si la construcción merece una recompensa por su visita.