TFtue una mañana de esas de sol a raudales, una solajera entre estos días de nubarrones, chaparrones y lloviscas intempestivas a cualquier hora. A la diestra de esos arenales poblados que dormitan en el llano se extienden las fincas de canchales graníticos, someras correntías y charcas a granel, aparecidas hogaño debido a la generosidad de las frecuentes lluvias.

Nos costó tres veces recorrer los carriles, que apuntan hacia el norte, para llegar, al cabo, al paraje perseguido y por fin encontrado. Por un lateral de la charca de Lancho se escapa una corriente de agua sonora y generosa que, proveniente de los alrededores de Norba va camino de Petit o de vaya usted a saber. El caso es que tras la barranca de Lancho la ruina de los molinos, y donde antaño hubo trabajo, gente y molienda hoy es reducto de soledad, casa de santurrostros, nidada de cigüeñas, reino de las junqueras y señorío del abandono y el olvido.

En el paraje del gorjeo del agua, pía el herrerillo, croa la rana, arrulla la turca y a veces, en lontananza, crascita el cuervo. A nuestra presencia, levantan sus alas, molestas, las pertinaces cigüeñas, sin que, por nuestra parte, haya la más mínima intención de perturbar su reino de desolación y excrementos. ¿Y eso qué es amigo Jugimo?

A cuatro pasos del molino principal, una extraña estructura se deja comer, y ocultar, por el sardón salvaje que la va cubriendo. "Es un balneario. Se pueden ver aún los cuatro departamentos, en los que tomaban sus aguas los que necesitaban sus vetustos remedios. Aquí hay un manantial de aguas azuladas con propiedades terapéuticas. Todo se ha venido abajo y es una lástima su estado actual".

Cuánta razón la de nuestro amigo. Seguimos la andanza y, sorteando dificultades de espino, deambulamos por el páramo turbado por el sol. Nuestro amigo Jugimo va en pos de los posibles restos de un antiquísimo altar romano, que llegó a ver, hace años, en lo alto de un arapil. Las máquinas buldóceras del dueño de la finca, o de quien fuese, dejaron el paraje como un erial asolado sin restos de ninguna clase. Vaya por Dios.

De todo esto y de otras cosas aquí encontradas sabe un rato nuestro amigo Francis Acedo, al que habremos de acudir para que ilumine nuestra ignorancia. Por ejemplo, dice Francis: "Este sería el caso de las dos cabritas de bronce con inscripción encontradas en 1885 por un labrador en La Zafrilla, finca situada a unos tres kilómetros al noroeste de Malpartida, en las cercanías del antiguo camino romano que conduce a la localidad de Arroyo de la Luz y al Puente de Alcántara, y que fueron entregadas junto con otros objetos romanos (varias pesas y una cara femenina labrada en hueso) y varias hachas de piedra, al propietario de los terrenos de la dehesa La Zafrilla, D. Miguel Jalón y Larragoiti, XII Marqués de Castro Fuerte.

Y luego fuimos a ver lo que queda del palacio y residencia del susodicho D. Miguel Jalón. "Estos Fabio, ¡ay dolor!, que ves ahora, campos de soledad, mustio collado-" Pues efectivamente, los versos de Rodrigo Caro, como anillo al dedo.

Bueno, ya saben vuesas mercedes, cada vez que salimos a los alrededores de Norba, encontramos huellas de aquel fértil pasado, que hoy son ruina, polvo, humo- nada.