Hace una semana reabrió el lavadero de coches del Vivero después de que la empresa haya instalado paneles de protección acústica, en cambio las quejas por ruido continúan. De hecho ayer 112 vecinos presentaron en el ayuntamiento reclamaciones a título individual para advertir de que el problema, lejos de haberse solucionado, se ha agravado en algunos de los casos.

El ayuntamiento ordenó el precinto de la actividad a finales de mayo, precisamente tras recibir un centenar de denuncias de vecinos afectados residentes en los bloques cercanos al negocio. En aquella primera denuncia solicitaban al ayuntamiento que llevara a cabo una medición oficial para determinar el nivel de ruidos que emitía, pero a día de hoy todavía no se ha realizado. Lo que se hizo fue ordenar su cierre. Al recibir las denuncias, los técnicos analizaron la legalidad del lavadero y advirtieron que la empresa no había entregado el informe de impacto ambiental, que se le había requerido en varias ocasiones e imprescindible para poner en marcha una actividad como esta. Dicho documento lo que detalla precisamente es el nivel de ruidos que emite la actividad.

A pesar de ello el consistorio les concedió licencia de obras y después de apertura, aun sin dicha documentación. Cabe recordar que cuando la empresa recibió la orden de precinto el lavadero de coches no estaba en funcionamiento, ya que los responsables habían decidido cerrarlo hasta que se instalaran las pantallas antirruido. Según indica el ayuntamiento, a día de hoy el lavadero cuenta con todos los papeles en regla para poder retomar la actividad y cumple con la normativa vigente.

se nota más / En cambio, la instalación de los paneles no ha mejorado la situación. Tal y como indica el portavoz de los afectados, Antonio Fernández, el ruido «se nota aún más que antes» en las plantas superiores porque las placas para aislar el ruido «hacen efecto tubo», por lo que hace que suba hacia arriba. Así lo especifican en las reclamaciones que han presentado, donde detallan que las molestias son ahora mucho más fuertes en las viviendas situadas a partir de la segunda planta. «La presente petición viene motivada por la apertura del lavadero sin la debida insonorización, superándose los niveles máximos de ruido permitidos, que se hace muy patente en las viviendas superiores a la segunda planta, sin que las medidas correctoras hayan mitigado los ruidos, sino más bien al contrario, agravándose de forma alarmante la salud mental, psicológica y emocional de todos los vecinos afectados», dicen exactamente en el documento que han presentado. Y advierten de que tampoco se respeta el bando del silencio en verano, por lo que solicitan que se les informe sobre el grado de cumplimiento de esta normativa.

En el mismo requieren además al ayuntamiento que se les informe sobre el estado del expediente en el que el ayuntamiento desistió de concederles la licencia porque no había entregado la documentación que se le había requerido (entre ella se encuentra el informe acústico). Y, de haberse concedido finalmente el permiso, se les haga llegar dicho informe para conocer la potencia máxima instalada. Quieren saber además si la empresa cuenta con las licencias oportunas para abrir un quinto box de lavado (hasta ahora solo había cuatro).

DENUNCIAS / No es la primera vez que presentan quejas en el ayuntamiento. En el mes de mayo un centenar de afectados denunciaron por esta misma situación. Entonces, tal y como informó este diario, solicitaban que se revisaran «exhaustivamente los ruidos provocados por el lavadero de coches del Vivero. No solo son molestísimos los ruidos, que a entender de muchos superan con creces los máximos permitidos, sino que nuestra salud emocional y mental comienza a verse claramente perjudicada». Y rogaban que se llevaran a cabo «las actuaciones pertinentes para que esa actividad dañina para la salud, cese».

Esta reclamación no ha sido aún contestada por el ayuntamiento, que tampoco ha realizado ninguna medición oficial. Los únicos datos que existen sobre los niveles de ruido proceden de las mediciones que ha realizado la propia empresa. Hartos de la situación, que los vecinos llevan años aguantando, han encargado una medición al laboratorio de acústica de la Escuela Politécnica, que arroja que la instalación emite por encima de los 85 decibelios. Sospechan que las que ha realizado la empresa están «adulteradas» porque creen que bajan la presión del agua mientras las realizan (aportan vídeos como prueba). Con todo ello están ya finalizando una demanda judicial.