Solo con 10 minutos de retraso sobre el horario previsto, en torno a las 11.40 de la mañana de ayer, enfundada en su traje de chaqueta rojo (el color que más la identifica, diseño de Roberto Torretta), bolso de mano de Carolina Herrera y zapatos de Felipe Varela, la Reina Letizia hacía su entrada en el Complejo Cultural San Francisco, entre una nube de fotógrafos, 25 medios de comunicación y 68 profesionales de la información acreditados para el acto de Proclamación del Premio Social 2019 Princesa de Girona.

No utilizó el helicóptero ante la previsión de temporal y finalmente la monarca llegó en coche a Cáceres, en la que fue su segunda visita oficial como Reina a la capital cacereña. La revista ‘Hola’ o el programa ‘Audiencia Abierta’ no faltaron tampoco a la cita. ‘Audiencia Abierta’, que se emite cada sábado a las 12.30, es un espacio que nos reconcilia con la tele porque su formato recuerda a aquellos formatos de finales de los 70 en los que nuestra emergente Democracia se visualizaba a través de la pequeña pantalla con buenos periodistas. Es un proyecto de vocación claramente informativa y divulgativa cuyo objetivo es el de acercar la Jefatura del Estado a los espectadores. Para ello da a conocer en profundidad las competencias, el funcionamiento y la acción cotidiana de los Reyes y de nuestra Monarquía Parlamentaria.

Todos esos periodistas están acostumbrados a seguir a la Reina. Es una mujer, Letizia, que tiene la buena costumbre de sujetar su propio paraguas. No le gusta que nadie se lo lleve, quizá porque nunca necesitó cortesanos y porque sabe que el gesto de cerrar una sombrilla a la entrada de un acto con tanto protocolo la reconcilia con el mundo y sus orígenes.

Allá donde va Letizia, todos la persiguen, todos le ponen peros, que si está muy delgada, que si es estática, que si es distante. Pues ciertamente viéndola de cerca, contemplando sus ademanes, la sonrisa, la manera en que sostiene la mirada, uno diría que Letizia es una española más, una mujer de su tiempo que debe lidiar con las inmensas dificultades que supone ser Reina de España, miembro de una monarquía en tela de juicio. Quizá por eso se resista a abandonar su paraguas.