¿Necesita hurones, busca usted una camarera estrovertida (con gazapo ortográfico incluido), quiere compartir piso, le apetece acudir al concierto programado por Barroco o El Corral, no le importa tropezarse con las mesas y sillas apiladas en mitad de una acera? No tiene más que darse una vuelta por la ciudad para encontrar respuesta a sus necesidades. Farolas, papeleras, paredes, bancos, cabinas telefónicas, paradas de autobús y hasta troncos de los árboles se han convertido en el gran soporte publicitario de la ciudad.

No parece que la Ordenanza Municipal Reguladora de la Convivencia Ciudadana y de la Protección del Entorno Urbano, aprobada hace dos años por el Ayuntamiento de Cáceres, haya surtido los efectos deseados. De hecho, colocar carteles o pancartas sin la correspondiente autorización municipal en las vías o espacios públicos de la ciudad se considera una infracción leve y está penado con 50 euros, aunque es evidente que resulta muy fácil saltarse la ley a la torera.

Ayer, el concejal de Seguridad Ciudadana, Carlos Jurado, dijo que está "harto de firmar denuncias a terceros" en relación a este asunto, aunque reconoció que "probablemente no se sanciona con la rapidez suficiente". El edil justificó la poca efectividad de las medidas administrativas diciendo que en la policía local hay agentes divididos en tres turnos para una ciudad de más de 90.000 habitantes y que "a todo no se puede llegar".

Jurado insistió en que cada uno es libre para "hacer de esto una categoría en Cáceres", pero estimó que en otras ciudades hay problemas de vandalismo mucho más graves que en la capital cacereña. Entretanto, el ayuntamiento sigue sin instalar, como anunció, espacios fijos para colocar toda esta cartelería callejera. El concejal de Infraestructuras, Miguel López, dijo ayer: "Estoy en ello".