Durante la última semana se ha celebrado la Feria del Libro, ligada a un mes cervantino que extiende el mercado literario por pueblos y ciudades con la intención de reunir a los autores con el público. He visitado, como hago cada año, los diferentes puestos donde los libreros exponen títulos de toda índole; poesía, ensayo, historia, literatura infantil o novela histórica, tan de moda últimamente. Siendo precisamente una novela histórica la que el pasado 23 de abril me llevó a la carpa donde autores y editores presentan sus novedades. La novela en cuestión tiene de por sí un título sugestivo, El hombre que amaba a Rita Hayworth. Escrita por David Narganes, autor prolífico con el que he tenido el privilegio de publicar una historia del teatro en Cáceres, su novela se encuentra ambientada en el Cáceres de los años 50 del pasado siglo, tiempos de posguerra y dictadura que el autor plasma con exactitud y precisión histórica. Por la novela de David circulan personajes que conforman en ese tiempo la realidad de la ciudad, desde los nuevos dirigentes del régimen, hasta las prostitutas del la calle San Felipe, todo aderezado con una trama policiaca que convierten la novela en un paseo por el pasado de la ciudad. La novela nos muestra pasajes oscuros del pasado, como corresponde a un autor que, aparte de dominar el lenguaje escrito, se encuentra perfectamente documentado sobre el hábitat social y cultural en el que sitúa a sus personajes, unos de ficción y otros reales . Aunque no siempre fue tan fácil para los autores presentar sus obras ante el público, hubo tiempos, no tan lejanos, donde escribir era una tarea complicada e incluso peligrosa, principalmente para los creadores que no seguían las pautas morales o políticas del momento.

En la villa cacereña sabemos de la existencia de libreros al menos desde 1644, cuando encontramos la presencia en la población de Juan Moreno, de profesión librero, que tiene su casa y tienda en la calle Grajas. Coetáneos de Juan Moreno fueron, los también libreros, Francisco Jiménez, Diego de Acosta y Francisco Moreno. Desconocemos el tipo de literatura que expendían estos primitivos mercaderes de libros, seguramente fuesen principalmente obras de carácter religioso, las que menos problemas tenían por parte del Santo Oficio, a través de los denominados ‘Índices prohibitivos y expurgatorios de libros’, para poder ser editadas. En siglos posteriores encontramos a otros libreros asentados en Cáceres, es el caso de Domingo Ximénez Lozoya, librero y oficial de pluma, ubicado en el Portal Llano de la Plaza Mayor durante gran parte del siglo XVIII, era hijo de la tendera Juana ‘La Muñoza’, en cuyo establecimiento inicia su profesión, en una pequeña villa donde la mayoría de la población no sabía leer ni escribir, por lo que el volumen de negocio sería escaso, a pesar de ello Domingo tenía cuentas con libreros de Madrid para traer hasta Cáceres las últimas obras editadas en la capital del reino.

El inicio de la imprenta en Cáceres, producido de la mano de los hermanos Miguel y Lucas de Burgos en 1820, sería un importante avance para la ciudad que afectará de manera especial al negocio editorial. De su taller saldrían los primeros periódicos y libros que se van a imprimir en Cáceres. Tiempo en el que la profesión de librero iniciaba una nueva etapa.