Los nombramientos del Gobierno de Extremadura se han mirado con lupa pues parecía que habría señales de quién habría de ser el sucesor de Vara. No parece que alguien haya encontrado señales fidedignas aunque pudiera ser que la sucesora estuviera muy cerca del presidente, pues no sería de extrañar que sea una mujer quien tenga más papeletas para ser candidata. Recientemente algunos distinguidos miembros del PSOE extremeño han soltado la liebre de que se podría anular la limitación de mandatos que se aprobó a instancias del PP. Naturalmente la oposición ha salido en tromba para criticarlo y algunos han creído ver en esa propuesta una manera de apaciguar las ansias de los pretendientes a la sucesión pues no parece que Vara pretenda volver a presentarse. Independientemente de los intereses partidistas no me parece razonable que en un régimen democrático se limiten los mandatos. Si la razón está en que cuanto mayor duración en el poder hay más probabilidad de cesarismo, nepotismo o cualquier otra manera de aprovecharse del poder en beneficio propio o de los más cercanos, para eso están las leyes y el control parlamentario. Otras veces se argumenta que ocho años son suficientes para llevar a cabo un proyecto pero no conozco ninguna ley que lo consagre y está visto que algunos proyectos necesitan días o meses y otros muchos años. Que nos lo digan a nosotros que llevamos más de diez años con el proyecto de un hospital y un tren digno. Me viene a la memoria el caso de Adenauer que fue canciller de Alemania catorce años tras sucesivos comicios, unas veces con mayorías absolutas y otras mediante pactos, y presidente de la CDU diecisiete con una brillante trayectoria que condujo a su país a grandes cuotas de bienestar. De la misma manera que en la vida civil la dirección de una empresa depende de los resultados, en la vida política debería depender de los votantes. Con una pizca de ironía decía hace poco el alcalde de Vigo que la limitación de mandatos la pedían los perdedores.