Pasan los días y el personal aumenta su intriga al no ver publicadas las listas a las elecciones municipales por parte del PP. Menudo trago deben estar pasando, pues la elaboración de listas electorales es de lo peor que puede pasarle a un partido. Y más si está en el gobierno. Porque un partido en el gobierno tiene a siete u ocho personas liberadas cobrando un buen sueldo. ¿Cómo le dices a unos cuantos que se les acabó el chollo? Alguno deberá pasar al paro y otros verán menguados sus ingresos. Así mismo, habrá quienes, desde la base, deseen pasar a ser liberados en la próxima corporación y ambicionan un buen puesto en la lista. Por otra parte, el cabeza de lista querrá llevar a los suyos y los órganos del partido a los propios. En especial al segundo de la lista. Es lógico que el cabeza de lista quiera poner en ese lugar a alguien de su confianza pues, además del simbolismo, habrá de sustituirle en muchas ocasiones, aunque algún inconsciente no le de importancia a eso. Pero he aquí que el partido puede desear colocar a otro para que le sustituya definitivamente. En este caso, despejado el cabecera de lista, queda por saber el nombre del segundo que puede despejar muchas incógnitas pues si se trata de un peso pesado dará qué pensar.