Anuncia el verano su llegada y es imprescindible cambiar de hábitos y sobre todo de vestimenta. A ti te apetece sustituir la sudadera por un niki pero no puedes hacerlo porque ni siquiera te acuerdas de que te compraste uno en las rebajas del año pasado. De repente haces un descubrimiento sensacional: De tu armario han desaparecido los abrigos, chaquetones, pantalones fuertes, jerseys y las botas. En su lugar hay camisetas, pantalones ligeros y hasta chanclas.

Como tú eres muy listo piensas que en algún lugar de tu casa existe una máquina programada para hacer los cambios cuando el termómetro alcanza determinada temperatura. Lo que no sabes es a dónde va todo ese material. Pero es que en la cama ya no hay mantas ni edredones sino una leve colcha, las alfombras se han ocultado y las faldas de la mesa camilla han desaparecido. Si miraras el colchón te darías cuenta de que ha cambiado su posición. Y eso te confunde pues no puedes explicarte que la casa sufra tan drástico cambio sin que tú te hayas enterado.

Se lo comunicas a tu esposa y te contesta: ¡Qué será de ti el día que yo falte!. Tú le contestas que no es para tanto pero en el fondo estás de acuerdo.