El Ayuntamiento de Cáceres quiere estar listo para ‘el día después’ y dotará a todas sus instalaciones de termómetros de infrarrojos que medirán la temperatura de los empleados municipales. Ha comenzado comprando dos para la jefatura de la policía local y están en fase de prueba, confirmó el alcalde, Luis Salaya.

Estos dispositivos miden la fiebre sin contacto con la piel y se comercializan desde que hace una década se desencadenó la gripe A. Con el coronavirus sus ventas se han disparado. Los infrarrojos pueden variar su precio entre los 25 y 50 euros, dependiendo de la marca.

En la policía ya pueden comprobar si los agentes tienen o no fiebre. Es un mecanismo simple con el que Cáceres se prepara para la vuelta a la normalidad, que no tiene fecha, reiteró el dirigente municipal, que recordó que esa decisión debe tomarla el ejecutivo central.

De momento se ha comenzado por las dependencias policiales, aunque Salaya ha dicho que se irán comprando más y que estarán en todos los edificios del Ayuntamiento de Cáceres. Los termómetros se utilizarán mientras el virus persista y funcionarán a pleno rendimiento a medida que se vaya retomando la vuelta al trabajo.

Este criterio se adopta en un escenario en el que los expertos aseguran que las medidas de distancia social seguirán siendo necesarias hasta 2022. ¿Pero la capital cacereña será capaz de afrontar ese difícil reto? «Seremos capaces de afrontar lo que nos pongan. Saldremos, faltaría más», aseguró el regidor cacereño.

En su comparecencia también salió a colación Portugal, un país que ha conseguido aplanar la curva del coronavirus, pero que ha descartado de momento levantar las restricciones. En el país luso apuntan que la adopción temprana de medidas de confinamiento y el buen comportamiento de la población les ha permitido arrojar las tasas de mortalidad más bajas del mundo. ¿Qué se ha hecho mal en Cáceres para que el área de salud sea la más castigada por la pandemia? «Creo que en Cáceres no se han hecho las cosas mal; pusimos las medidas antes que nadie y hemos sido rígidos y duros con las medidas. Habremos cometido errores y tiempo habrá de analizarlo», afirmó.

Entretanto, Salaya quiere inyectar más de 3 millones de euros, que darían luz verde a un plan de turismo pos covid. Mientras, en la compañía Bidafarma se afanan porque los medicamentos lleguen a las farmacias cacereñas. El virus, no para.