Por fin llueve. Según el instituto de meteorología el lunes cayeron tres litros en nuestra ciudad. No es verdad. Exactamente 2,357. ¿Cómo lo sabes?, me preguntará algún lector poco avisado. Pues muy sencillo. Delante de la casa de Dr. Fleming 2 hay un imbornal que no ha funcionado correctamente jamás en 30 años, de manera que apenas caen cuatro gotas se origina una balsa. Se mide el diámetro de la balsa y se tiene la cantidad de agua caída. Tengo calculado, por experiencia, que hasta que el diámetro no tenga 7,73 metros no se puede decir que haya acabado la sequía. Y si no te fías de mí pregúntales a los trabajadores de la Universidad Popular.

Otro método infalible es observar los semáforos. ¿Qué se estropean los semáforos de un cruce? Pues es que se ha meado un gato en sus alrededores. ¿Qué se han estropeado los de una avenida entera? Algún imbornal no funciona y no han tragado el agua procedente del baldeo de calles y de riegos. ¿Qué se queda sin semáforos media ciudad? Han caído algunas chispitas. ¿Qué no hay semáforos y debe regularse la circulación a mano? Quédese en casita. Porque los días de lluvia lo mejor que puede hacer es no salir a la calle con el coche, pues no se sabe los efectos que origina en los cacereños el agua de lluvia que se ven impelidos a usar el automóvil.

Y mientras tanto mi amigo Fajardo pierde tiempo y dinero bajando a leer los aparatos de los que dispone la estación meteorológica. Pero hombre de Dios, si el ayuntamiento te facilita la tarea y te proporciona más rigurosidad que cualquier aparato por muy sofisticado que sea. Claro que si te es más cómodo, llámame, que lo de Dr. Fleming lo tengo delante.