Durante el parto le sobrevino una parálisis cerebral que le produjo una hemiplejia en el lado izquierdo con la que convive hace 39 años. Juan Antonio Pérez Claeys tiene una discapacidad del 59 por ciento, algo que no le ha impedido desenvolverse, aunque demostrando siempre tesón y paciencia para sobrellevar las zancadillas de la vida. Tuvo una infancia familiar en la que encontró la protección de sus padres, José Antonio Pérez Rubio (decano y profesor de Empresariales de la UEx durante 25 años) y Marie Cristhine Claeys-Bouuaert, profesora de Francés de Las Carmelitas, así como de sus hermanos, Alfredo, María y Cristina.

Estudió en el colegio Pizarro, y después en el Diocesano y en el Al-Qazeres. Sufrió bullying: «Llegué a tener hasta 30 motes, desde Eduardo Manos Tijeras, hasta Terminator o Viviano, un personaje de la serie ‘¿Quién da la vez?’ de Antena 3, que protagonizaba José Sacristán».

Añade que «entonces era algo habitual y normal; ahora al recordarlo me lo tomo con filosofía e ironía», confiesa. Habla con cariño de su mejor amigo, Antonio Bonito, y de los profesores, especialmente de Gerardo Hierro, del Dioce, «al que le tengo mucho aprecio y es una leyenda en Cáceres. Me ayudaron un montón».

El deporte es una de las aficiones de Juan Antonio: «Soy del Atleti de toda la vida y más seguidor del Diocesano que del Cacereño», comenta sonriente. Desde la avenida de París, donde vive con sus padres, explica que otro de los retos que ha tenido que superar ha sido el de los complejos. «Me decían: ‘Eso no puedes hacerlo, no lo hagas, no vas a ser capaz, esto no es para ti’. Tanto me influyó que hasta los 26 años no me atreví a irme de casa, sin que nadie tuviera que guiarme». Sin embargo, gracias «al ejemplo, los valores y la gran ayuda de mis padres soy la persona que soy», dice emocionado.

Ese esfuerzo de los suyos y de él mismo, le ha valido para estudiar un grado medio de FP por Administración y ser entrenador de fútbol desde los 16 años: «Tengo tres títulos, el de entrenador de fútbol 11, el de monitor de fútbol sala y el de técnico de fútbol, todos de nivel 1».

Además, ha sido jugador de la selección extremeña e internacional con la española en 2005-2006. «El deporte es una forma de evadirme de las circunstancias laborales, personales y sociales».

El refugio también lo ha encontrado en muchos sectores de la sociedad cacereña que lo han respetado. Ha trabajado como teleoperador, conserje, en la guardería Rayuela, de comercial en Sevilla, en telemárketing en Barcelona, recepcionista en Cocemfe, dependiente... Poco se le ha resistido en el plano laboral, pero admite las dificultades que los discapacitados encuentran para obtener un empleo de calidad en la ciudad. Su deseo y nuevo reto es quedarse en Cáceres y disponer de un trabajo que le permita una independencia real.