Vuelve el trasiego a San Pedro, a Pintores, a la plaza Mayor y al Arco de la Estrella, para desembocar en una concatedral otra vez llena. La patrona está de nuevo en la ciudad. Miles de cacereños acudieron ayer al primer día del novenario para acompañar a la Virgen de la Montaña, y así lo harán cada jornada hasta que regrese al santuario. Hubo un público considerable en los once cultos y misas programadas, la más solemne al anochecer a cargo del predicador del novenario, el sacerdote Juan Carlos Ortega, capellán de los consagrados del Regnum Christi de Madrid.

La Virgen, envuelta en decenas de claveles y calas blancas, lucía un manto rojo y oro confeccionado hace casi cuatro décadas por las religiosas del santuario. Detrás, el retablo de Santa María con su antiguo calvario recuperado en el ábside, que muchos ciudadanos contemplaron ayer por primera vez. Los hermanos de la cofradía se turnaban para que nada faltase, mientras los devotos, cientos y cientos, entraban y salían de la concatedral, y así lo harán sin pausa hasta el 5 de mayo.