Sí, el sevillano». Ayer todo el mundo parecía conocerle, pero lo cierto es que murió solo. Y hasta una semana después nadie ha advertido su ausencia. Llevaba varios días muerto cuando los bomberos encontraron ayer su cadáver en su domicilio de la calle Argentina. José V. tenía 62 años, nació en Sevilla, pero residía en el primer piso del número 7 desde hace años, era el hijo del que fuera sacristán en la iglesia de Fátima y tras la muerte de su padre hace cuatro años, vivía sin ninguna compañía. Sus hermanos residen fuera de Cáceres. Los vecinos aseguran que vivía sin luz ni agua y no abonaba la comunidad del edificio desde hacía un año, aunque fuentes cercanas apuntan que trabajaba con un contrato del ayuntamiento en Parques y Jardines. Hacía días que no se le veía por el portal, ni por el bar que frecuenta ni en el peluquero. Sus compañeros de café intuían ayer lo que podría haberle pasado. «Llevábamos una semana sin verlo y creíamos que estaba muerto», advierte desde la barra uno de los amigos de José.

Fueron los vecinos los que, tras percatarse del mal olor que provenía de la vivienda de la céntrica calle, dieron aviso a la Policía Nacional. A media mañana, una dotación policial y un equipo de bomberos se personó en la calle y constató que el vecino cacereño se encontraba en el interior su domicilio y había muerto hace varios días. Dos residentes del bloque añaden que el fallecido apenas hablaba con los vecinos, pero sostienen que hacía su vida «normal» en el barrio. Coinciden en que parecía estar aquejado de una enfermedad con la que «había perdido al menos 20 o 30 kilos» en el último año, pero no seguía ningún tratamiento porque, según concluyen, «no era un hombre de médicos». Los agentes y el equipo de bomberos actuaron durante varias horas en el domicilio y dieron aviso al equipo forense, que se personó más tarde para proceder al levantamiento del cadáver y confirmar el motivo de su muerte, aunque todo apunta a causas naturales.