Ayer fue el día. Cincuenta estudiantes se presentaron a la primera convocatoria oficial del examen de chino que acoge Extremadura. Fue en la sede cacereña del Instituto de Lenguas Modernas. Puntuales asistieron los 15 adultos y los 35 jóvenes, extremeños de nacimiento y de adopción, a la cita que había convocado el Instituto Confucio --el organismo que acredita el nivel de mandarín en España-- estaba fijada para las once de la mañana. El examen de adultos transcurrió sin incidentes. Fue el de los más pequeños el que retrasó su hora debido a un problema con las cartillas de acreditación de siete alumnos. No obstante, tras un cuarto de hora de tensión más de padres que de alumnos, el representante del organismo en Extremadura anunció que el incidente estaba resuelto y que todos los alumnos convocados podían acceder a la sala donde transcurriría la prueba.

Mar Yue nació en China, tiene ahora 11 años y se presentaba al máximo nivel para niños YCT3 --hay tres niveles para niños YCT1, YCT2, YCT3 y tres para adultos HSK1, HSK2, HSK3--. Su madre insistió a este diario el empeño en que su hija, que llegó a España hablando chino, mantuviera su cultura. Sisi Cáceres y Maite Fabregat aguardaban mientras sus hijos Sergio y Jaime --respectivamente-- finalizaban la prueba. Ambos son de Cáceres y desde pequeños manifestaron su interés en el mandarín. Con rotundidad ambas madres coincidían en el volumen de interesados en la lengua china y en las habilidades que aporta a sus hijos una competencia lingüística. Por su parte, Daniel Gutiérrez, que dirige la academia Ahora China, insistió en la singularidad que supone hablar chino y la repercusión cada vez mayor de la lengua en el mundo. "Lo bueno del chino es que puedes hablarlo en cada calle de España", concluye.