El caso del colombiano hallado descuartizado en el Almonte en junio pasado está a punto de esclarecerse. Así lo anunció ayer el subdelegado del Gobierno, Fernando Solís, quien aseguró que los investigadores han podido localizar la vivienda donde fue asesinada la víctima e identificar a los posibles autores, aunque de momento no se ha practicado ninguna detención. La investigación se está desarrollando por la Guardia Civil y la Policía Nacional bajo la instrucción del juzgado número 1.

El cadáver del ciudadano colombiano Luis Guillermo M. B. apareció troceado y por partes en el Almonte el 10 de junio. Unos pescadores hallaron un antebrazo y posteriormente fueron apareciendo el cráneo y otros miembros. La denuncia de la desaparición del hombre por parte de la familia y el cotejo del ADN de un familiar con el de los restos encontrados, hicieron posible identificar el cadáver.

AJUSTE DE CUENTAS La policía ha podido ahora, según adelantó el subdelegado, determinar que el hombre fue asesinado en una casa de un pueblo cercano al lugar donde se hallaron los restos, en las inmediaciones del puente de la autovía A-66 sobre el Tajo, y que se tendría el móvil del asesinato así como a sus autores, aunque no quiso concretar detalles hasta que la investigación culmine. Las nuevas pistas confirmarían la hipótesis del ajuste de cuentas, siempre según apuntó Solís quien atribuyó los resultados de la investigación al comisario cacereño, José María Villar del Saz.

La primera pista que apuntó hacia un posible ajuste de cuentas la dio el hecho de que aparecieran las manos con algunas de las falanges arrancadas para impedir su identificación. Fuentes de la investigación apuntaron a que la clave del caso se encontraba en Sudamérica donde el fallecido podría tener antecedentes policiales.

El fallecido vivía en España desde hacía tan solo unos ocho meses y había residido en Madrid y Cáceres. En la capital cacereña viven y trabajan su hija, un hermano y la expareja sentimental con la que tenía tres hijos en común, que viven en Colombia. Fue precisamente su hija quien denunció la desaparición del hombre unos quince días antes del hallazgo de los primeros restos en el río Almonte. La familia no ha querido en ningún momento hacer declaraciones.