Hace 32 años que Jesús Sansón abrió El Extremeño. Dentro de dos se jubilará y el local, uno de los más tradicionales de la plaza Mayor, cerrará definitivamente. Los últimos tiempos de este establecimiento son muy parecidos al resto de bares de la movida y nada tienen que ver con la floreciente época de los 80 y los 90 cuando organizaba sus fiestas de la cerveza y la hostelería era un negocio redondo en Cáceres.

"No estamos en la ruina, evidentemente, porque si fuera así no abriríamos, pero sí es cierto que tenemos pérdidas de hasta un 70%. Los bares están al borde del abismo, en el precipicio", dice Sansón.

Asegura que los hosteleros, al menos los de la plaza, ganan "para pagar los impuestos y seguir viviendo, pero estamos tocados". Jesús es uno de los pocos empresarios de la plaza Mayor que se atreve a hablar públicamente de su situación. EL PERIODICO lo intentó con al menos cuatro, ninguno de ellos quiso hacerlo. "Están cerrando el tráfico, cada vez vienen menos jóvenes. Menos mal que tenemos la clientela de siempre y podemos seguir adelante", dice. Y añade: "Me quedan dos años para jubilarme y cerraremos. Mis hijos no quieren quedarse con el negocio".