«Los sitios más seguros son los bares, es una vergüenza y un insulto que nos cierren». Son palabras de una hostelera cacereña que regenta un local en la barriada de Llopis Ivorra y una de las que asistió ayer a la cacerolada organizada a través de las redes sociales por afectados por las nuevas restricciones, que han obligado el cierre del comercio y la hostelería. Estuvieron casi un centenar y fue una iniciativa individual a la que se fueron uniendo tanto profesionales del sector como comerciantes.

La concentración comenzó en el Gran Teatro porque, en un principio, se había organizado para protestar por la celebración del concierto de Mocedades, previsto para ayer por la tarde._Estaba autorizado por la Junta de Extremadura e incluso se había adelantado la hora de inicio por el toque de queda. Desde Cultura aseguraron a este diario que el espectáculo estaba permitido porque «el decreto que regula las restricciones permite la actividad cultural con las medidas de seguridad y reducción de aforos determinados». En cambio, a primera hora de la tarde, el Ejecutivo autonómico dio marcha atrás y decidió suspenderlo «con el objetivo de reducir la movilidad en la ciudad de Cáceres durante este fin de semana». El ayuntamiento ya les había solicitado por la mañana que lo cancelara. Se devolverá el dinero de las entradas y más adelante se anunciará una nueva fecha.

En cambio, los hosteleros continuaron con su reivindicación porque siguen sin entender por qué este tipo de actuaciones culturales están permitidas en el real decreto que regula las restricciones. «Siempre pagamos los mismos. Los bares hemos respetado a rajatabla las medidas, los aforos y nos pasamos el día desinfectando. Eso no se hace en un centro comercial, donde yo llego, toco un paquete de galletas, lo vuelvo a dejar en su sitio y nadie lo limpia. Ni en los centros de salud, donde tampoco se desinfectan los asientos cada vez que alguien los ocupa. Es una vergüenza», añade una afectada.

Ya no aguantan más y muchos están en la ruina. Es el caso de José Manuel Vizcaíno, que regenta el bar de la Casa del Mayor, cerrado desde el 12 de marzo por la pandemia. Tiene una orden de desahucio de su casa y ha tenido que recurrir a Cáritas y al Banco de Alimentos porque lleva diez meses sin ingresos . No ha podido pagar a la Seguridad Social porque mantiene su negocio cerrado, por lo que le han embargado las cuentas. Y no recibe ninguna ayuda. «Es como si me hubieran matado. Que nos dejen abrir nuestros negocios aunque sea en la calle», subraya.

El colectivo Acabares quiso desmarcarse de la concentración. No apoyan que se vaya en contra de la cultura (en principio la cacerolada era contra la celebración del concierto de Mocedades), pero sí están en contra del cierre de la hostelería. «No se entiende que cierren los bares cuando dicen que los contagios se dan en la familia, la raíz del problema son las reuniones privadas», señala un miembro de la directiva de esta asociación, que reclama más ayudas para el sector.

El colectivo va a solicitar esta semana una reunión con el presidente de la Junta de Extremadura, Guillermo Fernández Vara, para trasladarle los problemas de los hosteleros, que asegura están «en la ruina». No descartan movilizaciones si no llegan a un acuerdo porque el sector se encuentra "muy castigado".

Por otro lado, los comerciantes cacereños también están organizando una concentración para mañana en las escaleras del ayuntamiento. La Asociación de Empresarios del Comercio de Cáceres (Aeca), la Asociación Comercial Astoria, la Asociación de Comerciantes Obispo Galarza-Parras-San José y la Asociación Comerciantes Gómez Becerra se desmarcan de ella porque no consideran que sea seguro reunirse con la situación actual.