Nació en la calle Caleros, y hay pocos adultos que a día de hoy no conozcan su nombre. A sus espaldas lleva décadas dedicadas a la comedia, y hay algo en el buen humor con el que se expresa que hace a uno sonreír. Franquete fue nombrado primero hijo predilecto de la ciudad y luego padrino de los abuelos, pero ya desde antes consagraba buena parte de su tiempo a tratar de sacarles una carcajada. Lleva la placa que le dieron con orgullo, como el mayor de los honores. En estos tiempos de crisis sanitaria, en los que precisamente sus ‘ahijados’ son los más vulnerables, acepta tener una charla sobre las sensaciones que todo esto le provoca.

-Le dieron el premio al padrino de los abuelos en 2006, ¿no es cierto?

-Sí, estaba Basi Pizarro de concejala de asuntos sociales en el ayuntamiento. Me nombraron padrino de los abuelos, y para mí eso es una categoría maravillosa. Los quiero mucho. Voy a verlos, les escucho, les hago homenajes en la radio… Para mí, la figura del abuelo es increíble. Y más en los tiempos que estamos viviendo, que se están yendo sin poderles dar el homenaje bien merecido. Pero vamos, puedo asegurar que están viendo un cielo azul en el mejor sitio de los sitios. Les quiero a rabiar, y por eso he venido con mi placa, que la tengo en el mejor sitio de mi casa. En ese entonces, Basi Pizarro dijo ‘¿A quién nombramos de Cáceres?’, y ellos dijeron: ‘A Franquete’. Bueno, algunos dijeron: ‘A Chanquete’, ¿no?, pero da igual. (risas)

-Fue nombrado por votación popular, ¿verdad?

-¡Sí, claro! Me nombraron ellos, cómo no los voy a querer. Tengo la pena ahora de no poder ir a las residencias privadas u oficiales, porque normalmente voy a todas. Ver a un mayor reírse...Ya me voy bien parado. Así que ahora también estoy sufriendo muchísimo. Ahora es cuando estamos valorando la escasez que tenemos, porque los besos y los abrazos se han hecho armas bélicas. Yo pensaba que tener un mercedes o dinero en el banco era un lujo, pero un lujo es poder tomar una cerveza sin mascarilla o abrazar a los mayores.

-Nos han dado mucho.

-Efectivamente. Qué menos que darles un cheque en blanco con nuestro cariño, y decirles: ‘Pídeme lo que quieras’. Mis padres ya murieron y mis suegros han fallecido estos últimos meses… Y yo tenía la buena costumbre de ir a verlos, si no todos los días pues un día sí y el otro también.

-Es una época muy dura, sobre todo para ellos.

-Algo se muere en el alma cuando un abuelo se va, pero sobre todo con las circunstancias en las que se han ido, con solo tres o cuatro personas de compañía. Se merecen todo. Ahora están haciendo un gran papel: en lo económico, en ayudar a los hijos y quedarse ellos con los nietos porque los dos trabajan… Y ahí están. Por eso digo, que son comodines, y que todo tiene un límite. No podemos abusar, pero sí que echen una manita, porque se realizan. Desde aquí, decirles que no están solos, que les queremos mucho. Que las circunstancias mandan, pero que si para ellos es un dolor no vernos, para nosotros lo es no poder ir. Decirles que estoy deseando subirme a un escenario para hacerles reír. Como dicen ellos, ¿no?, ‘qué ‘joío’ es el Franquete, lo que me río con él’. Y mencionarlos, y actuar para ellos… Y en el pregón de la Vírgen, que cuando sea se hará, les voy a mencionar muchísimo.

-Le tienen que echar de menos.

-Sí, yo creo que sí. Se han ido muchos sin poder decirme adiós, y encima con la pena de no poderse despedir. Ha sido muy fuerte. Pero bueno, los recuerdos están ahí. Vamos a jugar a los recuerdos, que cuanto más tiempo pasa mejor saben, y a recordar todo en positivo.

-¿Les ve con ánimos tras la cuarentena?

-Están tristes. Están muy tristes. La prueba está en que algunos piensan que no quieren ir a verles y les están desheredando. Pero se lo tienen que explicar las personas que trabajan en las residencias, decirles: ‘Esto es así, y así’. Que lo tienen que entender ellos: para nosotros es una pena terrible no poder ir a verlos, igual que para ellos no poder recibirnos. Se lo tienen que explicar bien, porque se están haciendo una idea de los hijos y de las hijas que no es.

-La situación da pena.

-Esto también tiene su humor. Yo una vez en mis sueños tuve una conversación con el covid-19, y le dije: ‘Tú en vez de covid te tenías que llamar Pascual’, y me dijo ‘¿Por qué?’, y le respondí: ‘Porque eres la leche’.

-¿Por qué decidió dedicar tanto tiempo a los mayores?

Con el humor no solo me he quedado en contar chistes o hacer reír desde un escenario, sino ir yo a ellos. Para mí, los mayores han sido siempre mi debilidad. Son niños mayores, con sus caprichos y manías como las tenemos todos, pero son adorables. Cada arruga es una página de su libro, de su historia, y cada cana la pluma con la que lo han escrito. Les tenemos que adorar. Los mayores se merecen todo, son el espejo en el que nos tenemos que mirar.