"Tras el incendio y el continuo deterioro de las paredes, soporte de las pinturas murales del siglo XVI, corremos el riesgo de que en pocos meses se destruya una parte importante del patrimonio cacereño". Así de contundente se expresa el doctor en Historia y cronista de Trujillo, José Antonio Ramos, sobre el estado en el que se encuentra la ermita de San Jorge.

Tras visitar el monumento después del incendio niega que no haya sufrido daños. "Los frescos están completamente calcinados y emborronados, casi todas las paredes están así", señala. Las altas temperaturas a las que estuvo sometida la ermita por el fuego originado en el paraje El Galindo también han afectado a la estructura del edificio, cuya bóveda y paredes se han resquebrajado más de lo que ya estaban.

Los frescos, obra del pintor cacereño Juan de Ribera, ya se encontraban bastante deteriorados debido a las humedades, que han alterado los pigmentos. La ermita se erige como un monumento peculiar debido a su extraño diseño y a que permanece medio sumergida durante largos periodos de tiempo en una laguna artificial. Como consecuencia de la humedad y el fuego los frescos "han experimentado transformaciones físico-químicas, modificando su composición y su color", indica el historiador.

José Antonio Ramos explica que la ermita es de reducidas dimensiones. "Sus cuatro grandes arcos apoyados en fuertes muros, empotrados éstos en el terreno, le dan el aspecto raro de estar construida aprovechando una hondonada cubierta de agua". Para techarla --añade-- se utilizaron grandes piedras graníticas apoyadas sobre arcos transversales. De las cuatro partes en que queda dividida por sus arcos, tres de ellas están cubiertas por agua mientras que la cuarta, formada por el coro, tiene su superficie frontal ocupada por frescos que representan escenas bíblicas, por encima de las cuales se hallan inscripciones en letra gótica, de tres renglones, que contienen los versículos correspondientes a las escenas representadas.

Al lado derecho de la ermita --continúa-- se encuentra la antecapilla, con restos de pinturas en los muros. Y la capilla, formada por una celda con bóveda de arista, se encuentra, asegura Ramos, en un estado "lamentable".