Andrea Hurtado y sus hijas Marta y Cristina Soler tienen una amplia experiencia en el sector inmobiliario, aún así todavía se chocan con las reticencias de muchos hombres a la hora de negociar la compra-venta de solares o de promociones de viviendas. "Los hombres no están acostumbrados a negociar con mujeres, se piensan que no sabemos hacerlo y hasta nos han llegado a decir que contratáramos a profesionales", asegura Marta Soler. ¿Debería llevar sus títulos universitarios de licenciada en Derecho y Ciencias Actuariales y Financieras a cada reunión y de gestor inmobiliario?

Con 30 años, ella es la socia más joven de la nueva empresa Gestión y Promociones Inmobiliarias El Encinar, constituida junto a su hermana (también abogada) y su madre (agente de seguros) con el objetivo de promover en Cáceres la construcción de viviendas a precio medio, sobre todo dirigidas a los jóvenes, y la gestión de cooperativas. Ya tienen una lista de 500 posibles clientes desde que iniciaron la actividad a principios de este año.

Son conscientes de la difícil aventura que han emprendido, no tanto por el riesgo cosustancial a la creación de la empresa, sino por el hecho de haberse colado en un sector típicamente masculino: la construcción. "Creemos que no existe en Cáceres ninguna promotora de viviendas dirigida por mujeres y es un reto", reconoce Marta Soler. Su madre, de 60 años, señala que hay diferencias claras entre la forma de negociar de los hombres y las mujeres, "ellos lo hacen en la barra de un bar y nosotras preferimos el despacho. Recuerdo a un cliente que le dijo a mi marido que me llevara a casa para que ellos se fueran a hablar al bar". Pero, además, añade que la mujer es "más reflexiva y más humana en la atención a los clientes".

Toda la burocracia que conlleva la constitución de una empresa ha sido lo más complicado. Acudieron al servicio de apoyo a mujeres de la Cámara para informarse de las subvenciones a las que podían acceder, finalmente no cumplían los requisitos para solicitar ninguna de ellas.

Ahora se enfrentan al obstáculo más importante para llevar a buen fin su proyecto: el alto precio del suelo cacereño. Aseguran que, en esta situación actual, los únicos que verdaderamente están ganando dinero son los dueños de terrenos y encarecen las viviendas. "Todavía no hemos podido sacar adelante ninguna promoción por este motivo, porque eran operaciones demasiado arriesgadas, pero estamos en negociaciones y somos muy peleonas", explica Marta Soler. Les anima, además, su lista de demandantes de viviendas, la mayoría jóvenes que buscan unifamiliares a precios asequibles.

La ilusión no la pierden. "Gestionar una empresa así es difícil, pero yo recomiendo a cualquiera que siga nuestro ejemplo --dice la joven empresaria-- porque no tienes jefes, y los fracasos y los éxitos son sólo tuyos".