Se habla ahora de manera machacona de la nueva masculinidad. Es un concepto que viene a evidenciar lo decadente que somos como sociedad. Nos educaron para ser hombres o para ser mujeres. Y al hablar de esto de la igualdad siempre contamos en los periódicos cómo a las niñas les daban clase de costura en las escuelas. Pero se nos olvida que algo parecido ocurría con los niños, a los que en los centros escolares se les enseñaba marquetería.

Recuerdo mi paso por una de esas aulas en el colegio Claret de Don Benito, con un profesor que se llamaba Manuel Nieto. Un día nos encargaron que hiciéramos sobre un tablero de madera una circunferencia con un serrucho. Me eché a llorar ante mi inutilidad para concluir la obra. Entonces aquel maestro me dio un tirón de orejas y delante de toda la clase gritó: «¡Los hombres no lloran!». Yo solo tenía 13 años.

Durante siglos se ha construido una idea de masculinidad hegemónica: ese hombre que todo lo puede, el hombre fuerte, protector y proveedor. Es una masculinidad que no se ajusta a la realidad, conduce a identidades insanas y frena el desarrollo de la igualdad.

Sandra Borrella regenta Pretty Me, un salón de estética en el número 21 de la calle Gómez Becerra. Ella ha sufrido violencia de género. La dramática situación personal no le impidió hace un tiempo proponerle a la fotógrafa Cristina Ferrera que colgara en su establecimiento una exposición centrada en los hombres. Así nació ‘Cosas de chicos’, colección de ocho instantáneas en blanco y negro en la que Cristina plasma la vida cotidiana del varón.

«Los hombres son casi todos buenos», asegura Cristina: ponen la mesa, lloran, cuidan de sus hijas, dicen a sus parejas: ¡Ay, quiéreme, ámame!’. Hay hombres que desean a mujeres, hombres que desean a hombres. «He querido poner el foco para generar igualdad hacia el hombre. Existen mujeres que conciben la igualdad desde un plano de superioridad frente al hombre».

Así, con este discurso, Ferrera construye su exposición a través de diferentes personajes: Coke Bermejo, J. C. Corrales, Alberto Méndez, Celia, José Barrantes (que tienen un taller en Torreorgaz), su mujer María Jesús (que es profesora), Emilia, José Ángel Caballero, Nora, Hugo, Blanca... Un ramillete magnífico cuyo resultado es esta flor igualitaria que luce con tanto brío en Pretty Me.

Cristina, cacereña, se dedica profesionalmente a la fotografía. Es redactora gráfica de Digital Extremadura y trabaja además haciendo reportajes de bodas, bautizos y comuniones (la siempre digna BBC). En este caso, Fernando Paramio, que se han encargado de realizar las impresiones de la exposición, la define como una artista multidisciplinar. A ello se le podrían añadir dos palabras más: valiente y coherente consigo misma. Porque, por el simple hecho de haber nacido con un pene, los niños no están obligados a ser unos mascas de la marquetería.