Había ido a pasar la tarde practicando piragüismo al embalse de Gabriel y Galán, en Guijo de Granadilla, con su mujer y sus dos hijos. Pasadas las ocho de la tarde Miguel Angel García, guardia civil de Ahigal destinado en Plasencia, pero fuera de servicio en ese momento, se lanzó al agua en la piragua con su hijo menor, Raúl Miguel García, de 16 años. Mientras remaban escucharon un fuerte estruendo y, al alzar la mirada, observaron una columna de humo que provenía de una embarcación que se encontraba a unos 150 metros de donde ellos estaban.

Comenzaron a remar hasta el lugar mientras por el camino escuchaban gritos y llantos y veían cómo los ocupantes de la embarcación se tiraban al agua. "Cuando estábamos a unos 40 o 50 metros vimos que había una persona mayor dentro del barco con un bebé en brazos. No tenían salvavidas y la embarcación estaba en llamas", recuerda. "Estaban todos gritando. El dueño de la embarcación les decía que se tiraran al agua porque la barca iba a explotar, estaba llena de gasolina. Se tiraron todos menos el padre con el bebé", cuenta.

Acercaron la piragua para que Raúl Miguel pudiera coger al niño, de tres meses. Lo rescataron y lo llevaron hasta la orilla. El padre se tiró al agua. Fue duro trasladar al pequeño porque solo podía remar uno, Raúl Miguel, ya que su padre tenía que coger al bebé, era muy pequeño y corría el riesgo de hacerse daño si no le sujetaban. Lo dejaron en la orilla con otros visitantes del pantano, vecinos de la localidad de Ahigal, que observaban atónitos lo ocurrido.

Ya en la orilla aguardaba también el hijo mayor de Miguel Angel García, Christian García (21 años), que había acudido hasta el lugar corriendo junto a su madre. Este se montó en la piragua con su padre para volver a la embarcación y su hermano pequeño y la madre se quedaron en tierra para socorrer a los afectados que iban llegando.

Christian y su padre emprendieron de nuevo la marcha hacia la barca, esta vez para rescatar a una niña de dos años y medio y a otro pequeño de cuatro. "Estaban en el agua y no paraban de gritar y de llorar porque estaban llenos de quemaduras y muy asustados", dice Miguel Angel. Los dejaron también en la orilla y volvieron a recoger a la madre de los dos niños. Dieron otro viaje más hasta la embarcación, esta vez para salvar al padre del bebé. Fue el rescate más complicado. Tenía las piernas completamente quemadas y era muy corpulento por lo que les costó mucho subirlo a la piragua, que además se había anegado de agua.

Con una zodiac

Mientras, otras personas que estaban en la orilla lograron arrancar una zodiac para poder llevar a tierra a la madre del bebé, al padre de los dos niños pequeños y al dueño de la embarcación. Al quedar la barca ardiendo a la deriva, fue arrastrada por la corriente hacia la orilla contraria, en dirección a los pinares de Granadilla, una zona de alto valor ecológico. Ante la posibilidad de que tocara tierra, los bomberos optaron por cargar en la zodiac el material de extinción para intentar apagarla.

No consiguieron sofocar el fuego por lo que optaron por remolcarla, pero la embarcación empezó a hundirse y arrastró hacia el fondo a la zodiac con los bomberos en su interior, teniendo que saltar al agua. Con los trajes y cascos puestos no lograban nadar hasta la orilla por lo que de nuevo Miguel Angel y su hijo volvieron a coger la piragua para rescatar a los bomberos.

Dos ambulancias evacuaron a los heridos hasta el Hospital Virgen del Puerto de Plasencia para una primera asistencia, pero debido a la gravedad de las quemaduras fueron trasladados a la unidad de quemados del hospital Virgen de la Montaña de Cáceres. Aún se encuentran ingresados cuatro adultos y un niño, a la espera de ser intervenidos por las quemaduras sufridas.