María Teresa Galeano, aquejada por problemas de salud, se vio abocada a que su hija Fátima ingresara en el internado de Proa. Hace unos meses cuando volvió de Torremocha a recoger a su pequeña comprobó que le habían robado un bolso de deportes, productos de aseo personal y que parte de su ropa estaba esparcida por el suelo de la habitación. Desde entonces confiesa que tiene "mucho temor" y que cada vez que va a buscar a su hija se lleva "la ropa mejor porque me da miedo de que se la quiten". Ayer, ella y algunos padres de la asociación que preside José María Tovar, denunciaron nuevamente el mal estado del centro: fácil acceso para los cacos, armarios empotrados en el internado que no disponen de cajoneras --"meten la ropa interior en cajas de cartón", aseguran--, servicios comunes que no están adaptados a las necesidades de niños con discapacidad, camas en malas condiciones...

Los padres exigen a las administraciones competentes que apoyen una solución conjunta para el centro. El presidente de la Ampa criticó la actitud del director de Proa y aseguró que no le había informado de los últimos robos que se habían producido: "Si no se pone solución habrá que pedir medidas más drásticas hacia la dirección del centro", manifestó Tovar.