--Fue un abanderado de la integración en Aldea Moret: integración de la etnia gitana con el barrio, y de todo el barrio con la ciudad. Un tema que ha hecho correr ríos de tinta y proyectos casi siempre abortados. Usted estaba convencido de ello, ¿pero cómo?

--Respondí al ofrecimiento de Saponi con mi disposición a comprometerme ante los vecinos en dos temas clave: integración y seguridad. Me respondieron que había proyectos ilusionantes, y era cierto, pero al final los tres más decisivos no salieron, y siguen sin salir diez años después. El primero, la eliminación de las vías con la llegada del AVE, lo que facilitaría la integración del barrio en la ciudad. El segundo, la creación de un centro conjunto de Policía Nacional y Local, pero no fue posible después de mucho esfuerzo. El tercero, un instituto con FP, que demandamos insistentemente a la Junta.

--Y pese a ello, ¿se ha avanzado?

--No, lamentablemente en el tema de la educación, no, siento decirlo, se ha ido para atrás. El colegio Gabriel y Galán tenía antes 850 alumnos y ahora no llega a 120, todos de etnia gitana. Eso no es integración. En cada aula puede haber 5 alumnos.

--¿Y el resto de ámbitos?

--El barrio se paró, el bienestar no ha mejorado. Los vecinos sienten desapego por las instituciones porque las ven lejanas, no tienen una referencia, no tienen personas a las que dirigirse. Dicen que están desatendidos, no saben a dónde o a quién acudir.

--Visto que los proyectos no suelen llegar al final, ¿al menos qué es lo que no se debe hacer?

--Lamentablemente ya está hecho: eliminar las chabolas de una ciudad creando un gueto. Fue un error mayúsculo y luego comenzó una lucha profesional continua: reiterábamos a Educación que no podía matricular a todos los alumnos en el mismo colegio, sino repartirlos proporcionalmente. Tampoco se hizo.

--Usted llegó a dar clases en escuelas portátiles con pocos recursos. Hoy día los alumnos tienen de todo en los centros educativos, pero el fracaso escolar alcanza cifras que asustan...

--La educación ha retrocedido. A mi juicio, entre los años 70 y 90 el sistema de EGB fue el mejor porque había un buen nivel de exigencia a los escolares. A partir de los 90 comenzó a bajar y de ahí viene el fracaso, porque sin exigencia el abandono de las aulas es muy fácil y la alternativa de FP tampoco funcionó. Son aspectos que pueden corregirse y supongo que la nueva ley de educación, muy necesaria, va por ese camino: lograr una exigencia mayor para que el fracaso se reduzca y que la FP sea efectiva.

--¿Qué falla en la enseñanza?

--El gasto en educación respecto al PIB no es malo, aunque nunca satisfactorio. Pero deberían de clarificarse las competencias, de nada sirve que los ayuntamientos pongan dinero en los colegios, también las autonomías, el Gobierno, incluso Europa. Debe centralizarse para coordinar el gasto.

--¿Los políticos de hoy tienen mucha escuela o debería quizás ir un poquito más a la escuela?

--Más bien deberían ir. Hay políticos bien formados, pero tendrían que aprender a no encerrarse en su espacio, en su grupo de amigos o en su familia cuando llegan al poder, quizás por temor a la crítica. No saben lo que pasa en la sociedad, las inquietudes y los sinsabores de los ciudadanos. Es un problema grave. El político no puede estar en un despacho, tiene que salir a la calle.

--Cáceres creció a pasos agigantados en su legislatura: urbanizaciones, parques... ¿Cómo ve la ciudad ahora?

--Una vez le pregunté a José María Saponi que cómo se conservaría todo aquello después, y recuerdo que no le gustó. Es lógico, en su afán como responsable político quería que la ciudad creciera. Pero mantener las redes, los servicios, las zonas verdes, el autobús... ahora no llega para todo, y claro, o se restringe o se pide más dinero al ciudadano.

--Usted propuso la concesión de la conservación y vigilancia de los colegios a una empresa para que fuese más eficaz. Lo resolvió en tres meses. También se pusieron conserjes en todos los centros. Aquello le catapultó a la concejalía de Personal. Ese es otro mundo. ¿Su experiencia?

--Fue una parcela muy complicada, pero con trabajo y dedicación la gente responde. Los funcionarios y sindicatos estaban molestos porque había temas estancados, como el convenio, que llevaba dos años sin negociarse, y el catálogo de puestos de trabajo, muy desactualizado. Conseguimos acabar el convenio, que se aprobó por unanimidad, y dejar el catálogo ya listo.

--Pero se fue de la política...

--Bueno, en primer lugar no me ofrecieron seguir, pero yo ya había entendido que no era para mí, que la política es un espacio donde resulta más fácil que sobresalgan los defectos: el egoísmo, el quitar al otro para ponerme yo, no trabajar en equipo... Yo venía de otro ámbito donde se trabajaba distinto.

--¿Le decepcionó la política?

--Sí, lo reconozco.

--¿Qué relaciones guarda?

--Muy buenas, amistades sinceras, sobre todo con los ciudadanos y con los funcionarios.

--¿Cómo explicaría la crisis a sus alumnos de Primaria?

--Se ha acabado la época fácil que hemos tenido durante años, con subvenciones, servicios gratuitos... Los padres disponían de dinero y los hijos vivían cómodos. Vamos a tener que ir pagando por cada servicio del que podamos hacer uso. Eso le dará a los niños otra conciencia de lo comunitario y de cómo cuidarlo, porque al final repercute en el bolsillo de todos. La crisis se superará, pero no se volverá a lo anterior.