Llegó a Cáceres hace ocho años después de dirigir la comisaría de Mérida. Antes ya había pasado por Barcelona, su primer destino, por Ávila y por Oviedo. El comisario provincial de la Policía Nacional, Luis Ochagavía, afronta ahora un nuevo reto en Ciudad de México. Ha sido destinado allí tras ascender a comisario principal. Se marchará a finales de este año o a principios del siguiente y aún no se conoce su sustituto. Entre sus funciones estarán prestar asesoramiento y asistencia técnica y realizar funciones de apoyo al embajador y a los demás órganos diplomáticos; colaborar y prestar apoyo a los miembros y fuerzas de seguridad; dirigir las relaciones con las autoridades de Interior de México y promover la cooperación bilateral en materia de administración general de la seguridad ciudadana para promoverlas condiciones para el ejercicio de derechos fundamentales, protección civil, la administración general del área de circulación y seguridad vial, la administración y el régimen de las instituciones penitenciarias y el desarrollo de procesos electorales.

-¿Cómo surge este traslado?

-En noviembre se convocaron las oposiciones de comisario principal, opté a una de las plazas (salieron 27) y aprobé. Durante ese tiempo se publicaron una serie de plazas en el extranjero, solicité tres de ellas y me adjudicaron la de consejero de interior en la embajada española en México. Hice el curso en la escuela diplomática y en la secretaría de estado de seguridad. Estoy a la espera de que se efectúe el relevo.

-¿Qué otros destinos solicitó?

-La Habana y Bogotá. Conocía Centroamérica. Estuve en La Habana, El Salvador, Costa Rica y Panamá formando a policías de esos países durante mi etapa como formador en la escuela de Ávila. Era un curso de análisis operativo de la criminalidad, para enseñar a los policías a establecer análisis operativos para la investigación de los delitos. Eso fue entre 1998 y 2003. La experiencia me pareció magnífica y me quedé con ganas de volver. Ahora, como mis circunstancias familiares han cambiado porque mis hijos ya están fuera de casa, me decidí. Nos iremos mi mujer y yo.

-Llegará de una ciudad con los índices de delincuencia más bajos a otra donde la inseguridad está a la orden del día...

-Solo lo que es Ciudad de México debe tener veinte millones de habitantes. Es una ciudad completamente distinta a Cáceres, con una problemática totalmente diferente. Lo que ocurre es que mi actividad allí es también totalmente diferente a la que tengo aquí. Aquí dirijo unos servicios operativos para el trabajo directo policial y allí no.

-¿Cuál será su cometido allí?

-En definitiva somos un órgano de vinculación entre el Ministerio del Interior español. Allí aparcamos un poco nuestro uniforme y nos convertimos en representantes del Ministerio del Interior. Estamos en contacto a través de la división de cooperación internacional y dependemos de la secretaría de estado de cooperación internacional.

-¿Tendrá un equipo a su cargo?

-Sí, conmigo marcha un agregado de Interior, un subinspector de apoyo y los equipos de seguridad, que los hay en función de la inseguridad de la embajada.

-¿Es peligrosa esa embajada?

-No es de las que tenga un índice de inseguridad muy elevado. Nosotros protegemos a las sedes diplomáticas extranjeras y allí nos defiende la policía federal.

-¿Cómo se plantea este reto?

-Lo hago con bastante ilusión. Me pilla en una edad perfecta. Voy a conocer una cultura distinta a la española y México es un país que tiene una representación diplomática de muchos países del mundo; voy a conocer nuevas formas de trabajar y de relacionarse. También nuevas comidas, que es lo que más me preocupa.

-¿Cómo decidió ser policía?

-Entré en el cuerpo hace 39 años. Entré en el anterior cuerpo administrativo de seguridad con 18 años y al año siguiente oposité al cuerpo general de policía. Era un cuerpo de carácter civil, conocido como ‘los chapas’ o ‘los señores’. Era un cuerpo muy atractivo, no uniformado, en el que se realizaban tareas de investigación. Las tareas de orden público entonces las hacía la policía armada. Vi una opción en esto, me presenté y fui destinado a la brigada judicial en Barcelona, que era donde vivía yo entonces. En aquella época trabajábamos de lunes a sábado mañana y tarde y el domingo uno del grupo hacía las tareas de investigación, como las escuchas telefónicas.

-Ha conseguido que la provincia se mantenga con el menor índice de delincuencia de toda España y de Europa...

-Esto no es una tarea de una persona sola ni de un cuerpo de seguridad solo. La Policía Local y la Guardia Civil funcionan muy bien. También influye mucho el carácter y el estrato social. El nivel de vida aquí es medio y no existen guetos. San Lázaro en Plasencia y Aldea Moret en Cáceres no son el paradigma de barrios conflictivos. También influye que estamos más arrinconados que el resto de provincias, por eso la delincuencia empeoró un poco cuando se hicieron las autovías; lo que no quiere decir que no queramos las autovías.

-¿Cómo van las estadísticas este año?

-Llevamos una bajada de la delincuencia del 1%, hay pocas denuncias. Han subido los delitos menos graves y han bajado las faltas.

-¿Cuáles han aumentado?

-La violencia de género. Estamos sorprendidos porque las denuncias han aumentado desde hace tres años hasta ahora. Este año llevamos un 20% más de denuncias en la provincia (medio centenar de denuncias más). La mayor parte de ellas son por sufrir malos tratos psicológicos. También hay un repunte de las denuncias de malos tratos de hijos a padres, hay unas siete u ocho este año.

-¿Gestionan algún caso de acoso escolar?

-Sí, aquí la función policial es colaborar con la Fiscalía de Menores. Es un tema muy delicado. Cuando se nos informa de algún caso se avisa a Fiscalía.

-¿Cuáles son los delitos más comunes?

-Los hurtos en aglomeraciones, en hospitales, en residencias de mayores y en centros comerciales. También denuncias falsas de hurtos, algún que otro robo y pequeñas rachas de hurtos en bares para llevarse el dinero de las tragaperras.

-¿Y los robos en viviendas?

-Hace dos años tuvimos una época mala. Venían individuos de nacionalidad colombiana o croata radicados en Madrid. Son hechos muy difíciles de investigar porque son gente que no vive aquí y seguirles el rastro es complicado. Pero después no han vuelto. De todas maneras los robos en domicilios aquí son escasísimos, en Barcelona podíamos tener en una Semana Santa el triple que en todo un año en toda la provincia de Cáceres.